sábado, 24 de octubre de 2009

Miradas Cruzadas_Crónica del montaje

A Chimi y Agnés, viajeros incurables,
artistas de espíritu, entrañables amigos
"¿La vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuándo somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida —pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos—,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos...
Octavio Paz, Piedra de Sol (fragmento)

1.

La primera vez que pensamos en hacer una exposición de fotografías juntos fue en Lima, mientras cenábamos una sanwiche en el Juanitos de Barranco. Al calor del entusiasmo viajero a mí se me ocurrió plantear que quizá podríamos armar algo para exponer en Santiago, Chile. La reacción de Chimi y de Agnés fue instantánea: les parecía demasiado prematuro. Quizá en México, al final del viaje.

Pues armar una exposición de fotografías, como quedó comprobado después de nuestra experiencia, es un quilombo monumental.

Cuando ya han pasado dos meses del regreso a México, en una zona gris entre la vida nómada y la vida sedentaria, --cuando todavía no dejamos de estar viajando, y todavía no terminamos de llegar-- sedientos de extender las imágenes del viaje, nos juntamos a platicarlo otra vez en su departamento del Desierto de los Leones.

Ahora el tiempo parece ser propicio.



2.

Por más que nos cansamos de encontrarnos a lo largo del viaje --Colombia, Perú, Bolivia, Argentina-- nunca se nos hizo sino hasta ahora subirnos a su camioneta legendaria. Esa que anduvo con aceite de cocina desde el Zócalo de la Ciudad de México hasta el final de la ruta 3 en la Patagonia Argentina.

Hay una emoción difícil de describir, pues este espacio está impregnado de aires viajeros, de aventuras y encuentros. Jennifer y yo guardamos silencio y miramos. Es como asomarnos a un rinconcito de intimidad especial.

En los 30,000 kilómetros que recorrieron no les falló el carro una sola vez. Pero justo el día en que nos subimos, el filtro de aceite empieza a jugar una mala pasada. Nos detenemos en Cuernavaca a cambiarlo en la agencia de la VW.

Finalmente paramos frente a la Catedral de Cuernavaca. Del otro lado de la calle está la Casona Spencer, el museo donde expondremos.





3.


Entre las dos parejas debemos haber tomado más de 10,000 fotografías a lo largo del trayecto.

Ahora hay que elegir sólo 50 para la exposición. Es sorprendente lo que uno aprende de ver fotografías junto con otro, pues aunque uno haya tenido el ojo para tomarlas, no es sino hasta que las discute con otro que va cayendo en la cuenta de qué es lo que las hace funcionar.

Una foto tiene valor si consigue constituirse como un testimonio de lo irrepetible, y que no se conocería de no haber estado ahí el fotógrafo.

Una fotografía es mejor si no lo explica todo, si se aparta de lo literal, si hay espacios velados.

Una fotografía es buena si es capaz de hacer evocar, si consigue hacer emerger en el espectador en el sentimiento asociado al sitio que retrata, o de hacer nacer en él una cierta curiosidad sobre la experiencia subjetiva que cruza a las personas que está retratando.

La fotografía es buena cuando tiene movimiento, cuando hay la sensación de que pasan cosas. Cuando desafía al que la vé a interpretar qué es lo que ocurre y le hace completar la anécdota. La fotografía funciona si consigue enmarcar una historia en medio de un contexto caótico.



4.

Para mirar fotografías hace falta tener una buena dosis de obsesión. Un romance con el pixel, el pigmento y el milímetro cuadrado.



5.

La lección que recuerdo con más precisión de las clases de historia universal de cuarto de preparatoria que impartía un argentino exigente de nombre Angel Cabaña era la historia de un tal Taylor. El hombre que inventó la producción en serie. Que convirtió la manufactura en una secuencia de pequeños segmentos repetitivos que exponencian la productividad.

Mientras trabajamos en la casa armando los cuadros --Agnés y Jennifer limpian los vidrios; los autores firmarmos las fotografías y Chimi fija los marcos-- inevitablemente recuerdo aquella lección...

Pero sobre todo, confirmo que uno sólo se apropia plenamente de aquello que hizo con sus propias manos. Que vivió a título personal. De la potencia personal que confirmó haciéndo la cosa... Lo que vale también como metáfora para el viaje entero...





6.

Chimi y Agnés liderean el montaje. Son estrictos cual cirujanos o relojeros con la altura a la que habremos de colgar los cuadros. Se afanan en la distancia que debe separar uno de otro cual si de ello dependiera el funcionamiento del cosmos. Termino por rendirme a la evidencia de la magia que hay detrás de su sentido de proporción.

Más trabajo me cuesta el asunto de la curaduría. La elección de qué fotografías harán un buen conjunto al ser puestas juntas. Lo cual es un desafío, pues de entrada estas fotografías no fueron pensadas para conformar una serie; hay tres miradas inconjugables detrás de la lente; y juegan cuatro sensibilidades divergentes en el ejercicio.

Los hombres nos sentimos de inmediato inclinados a imponer un criterio racional al órden de las fotografías. Un órden cronológico. Una agrupación geográfica. Una separación cromática.

Son las mujeres las que consiguen hacer prevalecer una cierta sensatez intuitiva imprescindible en este ejercicio lúdico - artístico: el criterio es que las fotos se vean bien juntas... Sin que eso pueda ser explicado de ninguna forma.

De los cuatro, yo soy el que consistentemente tropieza en el consenso artístico del grupo. En el momento más bajo de la tarde, me atrevo a sugerir que coloquemos de forma contigua una fotografía de unas morsas enormes junto a una de unas mujeres obesas que toman el sol en un balneario en Salta, Argentina. Chimi y Agnés me miran con paciencia y tratan de encontrar argumentos delicados para no herir mi sensibilidad de charro y hacerme ver que no hay forma en este universo en que esa asociación gráfica funcionaría.

No sorprende que durante todo el proceso de curaduría flotara sobre mí una sensación de inadecuación. Soy un marciano verde que al parecer pertenece a otro universo.

Cuando todo indica que hemos terminado después de una increíblemente larga jornada de trabajo, en la que ha sido tremendamente difícil estar los cuatro de acuerdo, Chimi y Agnés tienen una ocurrencia. Cuestionar lo que hemos hecho y volver a empezar. Romper el órden al que hemos llegado y buscarle un abordaje nuevo al asunto. Reinventarnos la forma en la que está curada la exposición. Incluso ofrecen alguna referencia de por qué esto es artísticamente pertinente...

Yo me quiero medio morir. Pues estoy cansado y a estas alturas predomina en mí un espíritu más bien práctico. Una especie de convicción de Paretto que se contenta con el 80/20 que hemos conseguido con sudor y sangre y a la que le resulta un tanto enojosa su pretención de alcanzar el 100%.

Pero su perspectiva me hace mella. Y me quedo pensando. Es cierto que puede que en el fondo de estos vuelcos repentinos que muestran los artistas haya una inseguridad. Pero puede también que justo en ello radique la autenticidad de su búsqueda. El rompimiento y el recomienzo responde a la convicción de cuestionar todas las certezas. Apenas ahí empieza el arte...








7.




La exposición está montada. Cincuenta fotografías que tratarán de dar cuenta de la mirada de dos parejas con sus aventuras, con sus sueños, con sus momentos de asombro, con el arco de vida que transcurrió en el año de vida nómada al que se lanzaron.

Llegados a este punto, experimento con claridad la dificultad asociada a la idea de exponer. ¿Quién las vé? ¿A quién le importa? ¿Qué le pasa al que las vé? ¿Qué conexión se establece? ¿Qué sentido, qué trascendencia tendrán estas imágenes?






8.
Llega la noche de la inauguración. Ahí estamos los cuatro. Tan cerca. Tan parecidos. Tan amigos.
Tan distintos.
Hemos trabajado casi dos meses para llegar a este momento que durará apenas unas cuantas horas. Tengo la impresión de que las cosas buenas de la vida se trabajan arduamente durante largo tiempo y luego se consumen en una brevedad. Como fuegos artificiales.
La charla que acompaña a la inauguración se convierte en otro escenario de reflexión.
Una tía mía pregunta en qué ha consistido la transformación interior del viaje.
Yo contesto que la transformación más grande ocurrió en el momento en que decidimos hacer el viaje. En el momento en que "soltamos" la vida anterior. En esa disposición a la aventura.
Agnés contesta que para ella, a pesar de que ya pasaron varios meses de que su viaje terminó (unos cuantos en Buenos Aires y otros tantos en D.F) todavía es prematuro responder.
Mi mamá pregunta que cómo haremos para lidiar con el pasmoso regreso a la realidad cotidiana, después de haber tenido una experiencia casi paradisiaca en la ligereza de la vida nómada. ¿Cómo se elabora ese pérdida?
Yo contesto que la vida cuando es buena, es una secuencia exitosa de duelos elaborados. Tenemos que morir al niño que fuimos para convertirnos en el adulto que somos. Y hacer ese duelo. La etapa que muere es el padre de la etapa que viene. Si uno entiende esto, la pérdida tiene sentido. Y que desde esa perspectiva, acometo este momento con optimismo.
Agnés, en su turno, confiesa que ella se muere de miedo. De tristeza. Que todavía no sabe cómo encontrará la vereda que sigue.
Reconozco en las respuestas de Agnés sencillez y honestidad.
.
Termina la charla. Pasan muchos días. Y sus palabras siguen resonando en mí. Nuestras respuestas enmarcadas en un mismo espacio tienen un efecto confrontante. Un cuestionamiento, una vuelta a mis propios dichos, una revisión de mis convicciones.
Y quizá ese sea el propósito entero de cruzar miradas. Reinventarnos. Volvernos a pensar. Redescubrir quiénes somos mientras nos miramos en el espejo del otro...


Miradas Cruzadas_Exposición Fotográfica


Antecedentes

Entre mayo del 2008 y junio del 2009 dos parejas mexicanas en sus treintas hicieron un viaje alrededor de Latinoamérica.

El azar los hizo encontrarse a la mitad del camino.

Descubrieron que sus miradas se parecían y sus sensibilidades se complementaban. A partir de entonces se hicieron amigos y continuaron encontrándose el resto del viaje. Frente al espejo de la otra pareja, aparecieron sus rasgos comunes y se revelaron sus diferencias.

Ambos convirtieron el viaje en una experiencia de vida nómada. Un retiro de la agitación de nuestro siglo, la búsqueda de una vida frugal. Un paréntesis de las obligaciones sociales y de las miradas cotidianas de su lugar de origen.

Mientras Chimi y Agnès hicieron una peregrinación hacia la tierra mítica de la Patagonia, revitalizados por el contacto casi permanente con la naturaleza, Jennifer y Arturo adoptaron el espíritu de los juglares, nutridos por el encuentro con la gente en la gran aldea latinoamericana.

Para ambos la ruta fue un largo aprendizaje. En contacto con personas y culturas confrontantes, se reinventaron, se recrearon. Caminaron un sendero interior más sinuoso que la distancia recorrida.

Ahora a la vuelta, comprenden cabalmente lo que les dijo un viajero que encontraron en su camino: Viajar es como escribir en el agua... porque sólo lo recuerdas cuando lo conversas. Si no lo cuentas, es como si nunca hubiera existido...

Así, hacer un recuento del viaje a través de la palabra y mostrar las imágenes que capturaron con sus cámaras se convierte en la última estación de sus viajes.


Quienes somos


Chimi y Agnès articularon Laboratorio en Movimiento, un proyecto ciudadano, ambulante, experimental: una travesía de 30,000 kilómetros de México hasta la Patagonia, en una camioneta-casa que carbura con un biodiesel elaborado en el camino a partir de aceite de cocina usado. A lo largo de su ruta, mientras documentaban iniciativas regionales de desarrollo sustentable y energía alternativa, hicieron de la sustentabilidad un hábito en sus vidas, un instinto.




Por su parte, bajo el signo de Viajes del Corazón, Arturo y Jennifer recorrieron trece países de la región contando cuentos en diferentes foros –teatros, bares, cafés y plazas-- y recopilaron historias a través de la escritura y la fotografía. Pretendían, como los narradores de la antigüedad, trasladar la magia de un lugar a otro, tender puentes entre corazones y propiciar el viaje interior.
Reseña

Quien hace un recorrido a un país extraño tiene siempre una disyuntiva: mirar con ojos de turista o con ojos de viajero.

En nuestro recorrido intentamos alejarnos de la mirada del turista. De las estampas y rostros previsibles. De los lugares mirados y soñados de antemano.

Al conjuntar las fotografías para esta exposición, no quisimos hacer un ejercicio documental –un ojo observador externo-- o un recorrido sistemático por la etnografía de Latinoamérica –visiones de países atravesados.

Así, en nuestra selección de imágenes, quisimos reflejar lo que la fotografía fue para nosotros durante el viaje: un gesto intuitivo y lúdico. Una vía –de pronto necesaria— para atrapar nuestra sensación, para manifestar nuestra emoción del momento. La cámara se convirtió en una extensión del cuerpo, en un vehículo del alma para decir las cosas que se escapan a la palabra.

Elegimos fotografías que revelan (y traicionan) las obsesiones, reflexiones y estados de ánimo que acompañaron nuestros viajes.

Al presentar nuestras Miradas cruzadas en Casa Spenser queremos invitar a los espectadores a hacer un viaje azaroso a través de nuestras fotografías. Incursionar en este recorrido supondrá experimentar un poco la vida del viajero que precisa aventurarse a la incertidumbre, disponerse al encuentro y aceptar que acaso su destino final no corresponderá al que había imaginado al comienzo de la jornada…

Lo que vimos a nuestro paso por Latinoamérica:

Estilos, cuentos y cuenteros

“Por naturaleza, un contador de historias es un plagiario. Todo lo que se cruza con él –cualquier incidente, libro, novela, episodio vital, historia, persona, recorte de noticias- es un grano de café que será machacado, mezclado y al que se añadirá un toque de cardamomo, a veces una pizca de sal, se hervirá tres veces con azúcar y se servirá como cuento humeante y recién hecho”. (Rabih Alameddine El contador de historias)

De dónde obtiene cada quien sus cuentos es tan particular como cada individuo. Como descubrimos durante el viaje, a veces, no es tan importante de dónde obtiene uno el cuento (las fuentes) sino cómo lo trabaja (el estilo personal). Cómo prepararlo, sazonarlo y servirlo para que realmente se sienta como un cuento “recién hecho”. Es decir, que el cuentero logre contarlo como si fuera la primera vez que ese cuento se narrara en la faz de la tierra…

Algunos cuenteros buscan en la tradición popular universal los cuentos de su repertorio y aunque son cuentos sabidos y resabidos logran transmitirlos con frescura y originalidad. Cuentos como: La Cucarachita Mandinga, Caperucita Roja, Juan Bobo… que están esparcidos por todos los rincones del planeta. La característica de estos cuentos es que tratan temas universales y por lo tanto, resuenan profundamente en el público, sobretodo cuando son contados con intención.

Tal es el caso Juan Madrigal (de Costa Rica) y Chato Miguel (de Perú) a quienes vimos acompañar sus cuentos con guitarra, canción y mucha personalidad. Ambos integran al público, ya sean niños o adultos, durante su espectáculo para que entre todos jueguen a contar cuentos. Y entre las frases y personajes de sus cuentos se deja entrever su particular forma de ver el mundo.



Por otro lado, encontramos a varios cuenteros que deciden pescar historias en la tradición indígena de su país. Cuentos de la Amazonía o de los Andes peruanos que le llegan al público de hoy envueltos todavía con un toque antiguo de mundos mágicos y míticos. Con su propio estilo cada quien, Cucha del Aguila y Cesar Wayqui Villegas nos compartieron algunos de estos cuentos tradicionales peruanos.

Cucha nos hizo sentir que lo que contaba brotaba de sus propias venas y de su infancia vivida en la selva. En la mítica selva donde los que mueren pueden regresar al mundo de los vivos habitando el cuerpo de un pequeño pájaro.

Mientras que Wayqui reveló en su versión de la Mamá Raiguana el vínculo particular que tenía con su abuelo, de quien obtuvo gran parte del cuento. Raiguana, diosa-madre, que deshace partes de su cuerpo para que se conviertan en los alimentos de los antiguos andinos.




En Perú nos sorprendió también el uso de la música para acompañar los cuentos. En algunos casos, con sonidos sencillos provenientes de instrumentos ancestrales, que con dos o tres notas consiguen crear un ambiente propicio para la escucha. En otros casos, la música se convierte en un personaje más en escena, como el caso de Ana Correa, que cuenta a ritmo de cajón peruano. Con un dinamismo impactante y contagiable narra su cuento mientras golpetea la madera sin perder ni palabra ni ritmo.



Finalmente, escuchamos (aunque no conocimos) hablar sobre Francois Vallaeys, un narrador francés que durante años vivió y contó cuentos en Perú. Su estilo personal, marcado por el acompañamiento de un grupo de rock que musicalizaba partes de sus cuentos, se ha quedado grabado en la mente de quienes lo escucharon y quienes fueron sus alumnos.

Al llegar al sur del continente descubrimos que el gusto por la literatura de autor se siente en las elecciones de cuenteros chilenos, argentinos y uruguayos.

Nos llamó en particular la atención el trabajo que presentó el chileno José Luis Mellado en el festival Quiero Cuento 2008. Sus cuentos, contados en primera persona, con la potencia de escritores como Bukowski y la fuerza de una narración bien manejada, sostenida y limpia, se quedaron resonando en nosotros mucho tiempo después: imágenes surrealistas, caballos que conversan en un bar, personas que se elevan en el aire, nostalgias abrumadoras, recuerdos que jamás existieron…



Otro sitio desde donde un cuentero puede obtener sus historias es adentro de sí mismo. Buceando en su interior para obtener inspiración, la argentina, Inés Grimland, creó el espectáculo Juicio a los 50. Basado en anécdotas de su vida, sus relatos impactan, conmueven y hacen reír. Escuchándola relatar sus historias personales, donde habla, por ejemplo de los desencuentros que tuvo con su ex marido y las aventuras de ser divorciada, me llevó a preguntarme qué tanto de mi vida sería capaz de traducir a un texto oral, interesante. Pero más que eso -honestamente- ¿qué tan capaz sería yo de relatar mi vida frente a un auditorio? Se requiere valentía para contar como lo hace Inés. Plantarse frente a un público y contar historias que en su momento habrán dejado profundas heridas en el corazón.

También se requiere valentía para contar los cuentos que uno mismo ha escrito. Ficciones creadas por el mismo narrador. Durante nuestro paso por el Festival Déjame Que te Cuente 2008 en Perú conocimos a Angel Calvo, narrador-escritor. Nos confesó que él inventa sus propios mitos, tomando un poco de aquí y un poco de allá. Crea dioses, diosas, enredos, complicaciones, historias mágicas de la creación del mundo que bien podrían estar sacados de un libro de mitología.



Finalmente, en Colombia, nos impresionó la capacidad de Robinson Posada para llevar hasta las tablas de un escenario la vida de las comunas de Medellín. Cuentos crudos de humor negro que se vuelven vivos a partir de la interpretación de su personaje El Parcero y que llevan detrás de si una gran inversión en tiempo e investigación etnográfica. Sus cuentos, como el de aquella señora que termina asesinando equivocadamente a sus dos hijos, nos dejaron con la risa congelada, clavados en la butaca, atónitos.



Durante nuestra estancia en Medellín pudimos comprobar lo difundido que está el contar cuentos desde un personaje (algo que en México casi no existe). Descubrimos las ventajas y también los desafíos que implica esta forma de narrar. Aprendimos que hay una gran diferencia entre disfrazarse y contar desde personaje. No basta con ponerse un sombrero y hablar como campesino, es necesario crear el personaje, estudiarlo, casi encarnarlo. Desde el camerino comenzar a ser ese otro, jugar con las posibilidades del personaje, explorar hasta dónde sería capaz de llegar. Y sobre el escenario, disfrutarlo. Robinson nos mostró esto claramente.
Hablando de jugar con el público, otro estilo narrativo que nos impresionó en Medellín fue el que vimos con el espectáculo de cuentos africanos que presentaron Mauricio Patiño, Paul Ríos y otro colega de VivaPalabra cuyo nombre se escapa a nuestra memoria.. No se trataba sólo de una narración de cuentos sino que tomaba del teatro elementos como vestuario, escenografía, dirección y trabajo escénico pero sin perder la esencia de ser una narración oral.



Los cuentos africanos, extraños para nuestra concepción occidental, pueden llegar a parecernos absurdos pues suceden cosas aparentemente sin sentido ni causa. La resolución que le dieron a esto los cuenteros me pareció acertada y con un buen toque de humor. Se permitieron jugar con estos absurdos, soltar su creatividad e invitar al público a transitar con ellos por los caminos circulares de la tradición africana.
Fueron muchísimos los cuenteros y estilos narrativos que vimos durante el viaje y que sería imposible reseñar aquí. Pero basta decir que hubo varias propuestas artísticas más que nos emocionaron. Sobretodo, aquellas que nacían de una búsqueda genuina. Las que respondían a misteriosas causas vitales donde el recorrido de vida personal se convierte en el motor que enciende la llama creativa.
En conclusión, todo lo que vimos durante el viaje nos abrió los ojos. Nos dimos cuenta de las infinitas posibilidades que tiene la narración oral; la inmensidad de formas que puede adquirir sin perder su esencia. Descubrimos que no se gana nada encajonando a la cuentería en reglas estrictas que bloqueen la creatividad del narrador. La propuesta sería más bien explorar las posibilidades expresivas de cada quien para encontrar el propio estilo personal, la identidad narrativa.

Cada cuentero tiene el derecho a elegir sus cuentos y a descubrir la forma en la que quiere trabajarlos. Pues esto es lo que hará que sus cuentos queden registrados por mucho tiempo en el alma de quien los escucha. La identidad del narrador es lo que hará que sus cuentos se sirvan, cada vez, como si fueran una taza de café recién hecha, humeante, apetecible y única.

lunes, 17 de agosto de 2009

Ciudad de México. Sobrevuelo


I.

Llegar a la Ciudad de México de noche por avión es uno de los fenómenos más impresionantes que pueden experimentarse. Una alfombra infinita de pequeñas luces. Kilómetros y kilómetros de luz inabarcable. Una fascinación. Un vértigo. ¿Cómo es posible que haya tanta gente junta, abigarrada, hacinada? ¿Cómo sobreviven? Una ambivalencia. ¿Cómo podemos seguir llamando hogar a este espacio monstruoso, demencial?

II.

La historia de la vida de la Ciudad de México me resulta interesante desde hace mucho tiempo. Me interesa sobre todo la manera en que se convirtió en el monstruo que es hoy. El fenómeno de la marginalidad:

La industrialización de los cuarentas a los sesentas cambió el balance entre el campo y la ciudad en México. Pues representaba para los campesinos la promesa de una vida mejor, y en consecuencia constituyó un incentivo para migrar a la ciudad con la esperanza de encontrar trabajo.

Pronto la ilusión se rompe: la naciente industria es incapaz de contenerlos a todos. Sin embargo no hay camino de vuelta. Han de perseverar en su afán. Se establecen al margen de la ciudad, convirtiéndose en marginados – al margen geográfico de la ciudad, al margen de la economía, al margen de las opciones de trabajo, al margen de los servicios de agua, luz, salud.

Tan precaria es la situación en el campo, que aún la marginalidad urbana ofrece un espejismo magnético. El camino emprendido por el campesino pionero es el puente que por el que otros caminan a la ciudad; de su lugar de origen insisten en su mismo sueño. Demasiado tarde encuentran que vinieron a nutrir un mar de carencia y frustración. Ellos, con su volumen, representan la materia prima para la ciudad perdida, la barriada, la favela, como se le llama en Brasil.

En ese desierto no hay posibilidades de sobrevivir solos. Sin junto con la historia de su migración encuentran una primera vía. A fin de cuentas todos vienen más o menos del mismo sitio. Los nuevos barrios tienen una cierta una cierta homogeneidad cultural. Es como si imágenes un tanto distorsionadas de sus lugares de origen. El punto de partida común les provee un referente. El referente –aún imperfecto-- se constituye en un núcleo de pertenencia. La otra cara de la pertenencia es la identidad. Y la identidad es siempre un elemento potente que soporta el sentimiento de que se es parte de algo más grande y trascendente. Desde la identidad no es un disparate proyectar un cierto sentido a la vida. La identidad cultural es un valor en sí mismo que amerita ser conservada. Desde esa frágil afinidad, se enfrenta mejor el desafío de sobrevivir.

Para subsistir, los marginados aprenden a construir puentes invisibles con aquellos que comparten su mismo destino: se apadrinan unos a otros y la relación de compadrazgo –con obligaciones y derechos tácitamente delimitados- les convierte en eslabones unos de los otros. Las mujeres desarrollan lentamente redes de intercambio. “Hoy por ti, mañana por mí”. Los frijoles que hoy te comparto son la moneda con que pago por anticipado el favor al que mi necesidad me orillará en el futuro. Los hombres, se juntan a beber, si no por otra cosa, para escapar un rato de su realidad.

Y al final, son estas ligas intangibles las que los protegen contra la fragilidad y posibilitan la vida. Es este sentido de solidaridad invisible el capital social que les da cohesión.

III.

Hacia finales de los ochentas y principios de los noventas, los cinturones de miseria que delimitaban la ciudad fueron desbordados. Los desarrolladores urbanos, desesperados por encontrar espacio para los nuevos suburbios residenciales y empresariales empezaron a ejercer presión sobre los pobladores de barrios marginales. La venta de la tierra que ocupaban los barrios marginales, que en muchos casos existían en un régimen de propiedad comunal, no podía concretarse a menos de que la mitad de sus habitantes consintiera en la venta. La resistencia inicial fue vencida caso por caso. Los habitantes terminaron vendiendo con pagos tentadores para ellos en el corto plazo, pero que no representaban en realidad ni cercanamente el valor real de la tierra. En el destino de aquellos marginados estaba estructuralmente dictaminado que el pequeño capital que obtuvieron por su tierra se diluiría en la euforia de un efímero consumo.

La gran masa de marginados fue reubicada en otras zonas. Larguísimas concentraciones de casitas de concreto en un nuevo margen de la ciudad. Llegaron a sus nuevos destinos para escribir un nuevo capítulo de hacinamiento. Pero en esta ocasión llegaron solos. Dramáticamente solos. Pues aquel finísimo bordado de relaciones sociales y afinidades culturales que los contenía y que había sido construido con la tenacidad que sólo una azarosa filigrana de varias décadas puede formar, fue rasgado de un solo tajo.

Para mediados de los noventas la Ciudad de México tiene un rostro radicalmente distinto al que solía tener. Este animal carece del epitelio social que antes lo cohesionaba y que permitía a sus habitantes, mal que bien, sortear el temporal de la frustración. Para este momento además, su atractivo ha cedido. Ahora es Estados Unidos el que ejerce el magnetismo de los migrantes. Los que aquí se han quedado tienen un horizonte de esperanza que minuto a minuto se angosta.

No sorprende así que en los últimos doce años que la criminalidad haya crecido en la ciudad exponencialmente. No sorprende que en cada tránsito por la ciudad exista una considerable posibilidad de que a uno lo asalten y en un mal día le suelten un par de balazos a quemarropa y lo dejen a uno desangrándose en la banqueta. No sorprenden las informaciones que aseguran que hay sitios en la ciudad en los que es posible conseguir que un hombre asesine a otro por menos de quinientos dólares. Fenómenos, aseguran sin parpadear algunos, colaterales al desarrollo; efectos inevitables de la ley de la oferta y la demanda.

IV.

¿Es posible revertir el deterioro de la ciudad y su destino demencial? ¿Es posible construir nuevos puentes que conecten el márgen con el centro? ¿Una sociedad cosida con hilos solidarios es una utopía? ¿En este espacio desbordado y violento es aún posible concebir un proyecto de vida?



*En esta entrada la fotografía fue tomada de internet

sábado, 15 de agosto de 2009

Respuestas sin pregunta


Apenas habíamos regresado a México, una de las primeras noches que pasamos en Tepoztlán, tuve un sueño larguísimo.

Es posible que compartir sueños en un espacio público sea un acto inútil. Pues los sueños, al mismo tiempo que son uno de los fenómenos más íntimos, son inefables. Sólo son accesibles a quien los sueña. Y a veces ni siquera él los puede interpretar.

El sueño es una respuesta a una pregunta que no ha sido formulada. Y, en un sentido, una respuesta sin pregunta cumple mejor con la definición de enigma mejor que una frase entre signos de interrogación.

Un sueño es como un vestigio arqueológico en medio de la selva.

Transcribo el sueño, y al hacerlo cumplo la misión que desde el principio ha tenido este blog: la de funcionar como un laboratorio de viaje...

Estamos en una playa. Un camión engancha canastas metálicas. Se echa violentamente en reversa. Y tira al oceáno una mezcla de concreto. Lo repite una y otra vez. Yo pienso que nunca logrará su cometido. Es una tarea inútil.
Ir en reversa significa regresar al mismo sitio de donde partimos. La vida que dejamos atrás. Lo que está atrás es lo que es seguro. Quien apuesta por la seguridad se pierde de su propia vida, de su propia aventura.

Mi familia y mis amigos están sentados en una mesa comiendo panecillos. Yo les doy de mi nutella. Ellos se las embarran a sus panecillos.
A la mesa nos sentamos a compartir historias. Son relatos llenos de vitalidad. En quien escucha las historias del viaje frecuentemente aparece una nostalgia parpadeando en el fondo de los ojos. El parpadeo dice: "yo hubiera querido hacer un viaje así, pero nunca me atreví." La aventura pertenece al reino de la experiencia. La palabra y lo relatos son símbolos que a duras penas reflejan la cosa, lo real. Es imposible vivir una aventura por ósmosis.

Estamos en una clínica de cáncer. Explico que he venido a hacer mi última quimioterapia. Muestro mi mano derecha a la que faltan falanges de tres dedos, como mutilados. Vuelve a aparecer mi mano ahora completa. En las uñas se ven marcas blancas del sitio donde tenía las lastimaduras. Pero he recuperado mis dedos y su funcionalidad.
El cancer es la depresión que invadió toda la parte de mi vida que antecede al viaje. Hay una referencia explícita a G., la fuente de mi depresión, que en un viaje se mutiló los dedos de la mano mientras buceaba en un río largo y hondo. El desamor aquel me mutiló la ilusión de continuar persiguiendo los sueños. Me enfrasqué en la mono-adicción por el trabajo. Quedaron mutiladas mis vocaciones paralelas. El viaje ha cumplido su función de purga. Recuperé el sentido originario de mi vocación. Estoy curado. Vivo otra vez.

Un grupo de exalumnos me recibe con entusiasmo. Me toman por un actor famoso que ha cumplido sus sueños. Una de mis exalumnas me da un beso en la boca. Su gesto es inesperado y me sorprende. Me dice que se muere de ganas de conocer a Jennifer.
El trabajo que hice en la escuela con los adolescentes representa uno de los mejores momentos de mi vida profesional, ayudando a otros a encontrar su voz, a crecer, a sanar. Aquel trabajo es un símbolo de la pureza de mi vocación como psicólogo. Quien se aventura a seguir su llamado encuentra sorpesas en el camino. Encuentra la alegría. Jennifer es mi compañera de viaje. Es un símbolo en mi vida de la valentía y el compromiso al servicio de la realización personal.

Estoy en casa de F. Me trepo en un perchero para subir sobre un librero. El perchero se rompe. He sido imprudente. Todos sin embargo me perdonan y están prontos a encontrarle una razón a mi comportamiento. La directora en cambio dice que no quiere disculparse en automático. Me jalonea como para llamarme la atención y que actúe yo con cordura. Actúa como mi vocera, queriendo asegurarle a todos que en realidad lo que Arturo ha querido decir o hacer es....
F. es famoso por oportunista. Aprovecha los caminos de lo políticamente correcto. Dice lo que otros esperan oir. En su familia son famosos por los establecer matrimonios por conveniencia. El viaje me distancia radicalmente de esa fórmula. He seguido mis propios designios. He apostado por la libertad. Ahora, al término del viaje habrá presión como para convocarme a regresar a la cordura. A reafirmar que el viaje fue un paréntesis y no un patrón definitivo. Que regrese yo a ocupar el sitio de mi nombre, es decir, al que actúa con nobleza, con altos estándares de deber. Quien ocupa el pedestal idealizado del héroe.

Pasa Ema Ponce de León por la calle y defiende mi espacio frente a la directora. Habla con una voz dulce, pero que todos escuchan: "Aún está por verse qué es lo que Arturo vino a hacer al viaje.
Hace poco leí una cita de Lacán en la que aseguraba que no hay mejor interpretación que la que el analizante puede soñar de la boca de su analista. Lo que dice en mi sueño Ema es una articulación de mi deseo. De mi derecho a mantener una indefinición vital. Un quehacer lúdico. Un no claudicar a la reintegración productiva total, o a los roles heróicos he jugado en el pasado. A volar bajo. En ese sentido todo está aún por decirse.

El sueño es claro: el viaje apenas comienza...

martes, 21 de julio de 2009

El reencuentro con Olivia

A Mara, Regina, Jimena y Lourdes
con toda nuestra gratitud


I.

Yo tenía once años. Veníamos regresando de un día de campo en Cuernavaca. Felices. En familia. Cantando en la carretera. Ya había oscurecido.

Cuando llegamos a la ciudad a papá se le ocurrió pasar a cenar a un mercadillo de Coyoacan donde vendían quesadillas, esquites y sobre todo hot cakes. Ver cómo cocinaban los hot cakes era todo un espectáculo, pues el puesto del mercado estaba adornado como un castillo y los parrilleros confeccionaban los pastelillos bajo pedido, dibujando con harina líquida sobre la plancha figuritas de caricatura, retratos de los actores famosos del momento o caricaturas de personas presentes.

Mientras mi papá se bajó a comprar la comida con mis hermanos, me pidió que me quedara yo en la entrada cuidando a Cindy, nuestra perrita, que era una extraña cruza de Beagle con Cocker Spaniel.

A los veinte minutos me aburrí de esperar. Sentía curiosidad por ir a ver los monitos que cocinaban los parrilleros artistas.

Entonces amarré a Cindy a un poste en la esquina de aquella calle empedrada, igual que había visto hacer a los dueños de perros en los dibujos animados. Me metí al mercado.

Mi papá me encontró merodeando el puesto de los hot cakes cinco minutos más tarde.

-¿Dónde está Cindy? - me preguntó.

- La dejé amarrada a un poste - dije despreocupado.

Papá no contestó. Me tomó de la mano y salimos disparados hacia la calle.

Cuando llegamos al sitio donde la había dejado, Cindy había desaparecido. Yo miraba con incredulidad el poste solitario. O se había soltado o alguien se la había robado.

Nos subimos todos de vuelta al coche. Recorrimos cada calle del barrio de Coyoacán. Buscándola. Llamándola en voz alta por su nombre. Esperando escuchar un ladrido de respuesta.

Fue inútil. Se perdió para siempre.

Sentía una tristeza infinita de no poder volver a abrazar a la perrita a quien tanto amaba.

Me sentía culpable con mis hermanos.

Me sentía avergonzado por haber sido tan torpe.

II.

Nunca volví a querer a los perros.

Me empezaron a parecer extraños, sucios, latosos.

Me parecían ridículas las personas que asignaban a sus mascotas afectos.

Secretamente los consideraba un poco primitivos y tontos.

III.

Olivia no podía seguir viviendo en casa de los papás de Jennifer porque se había estado peleando a muerte con Naya, una labrador color chocolate que era la reina de la casa de los Boni.

Donde viviría se convirtió en un problema que rebasaba a todos los involucrados y angustiaba a toda la familia. Se consultaron todo tipo de especialistas. Un psicólogo animal explicó que Naya y Olivia luchaban por establecer la supremacía territorial. Una mujer que se comunica con los animales dijo que el problema era que Olivia no estaba dispuesta a ceder su derecho como el perro más longevo en la familia. Un veterinario sugirió que a todos los perros se les pusiera bozal. Otra, finalmente, que los reeducaran usando la estricta disciplina de las cadenas de castigo y los sacaran de la casa.

A mi me daba mucha tristeza ver cómo a Jennifer se le salían las lágrimas cada vez que me contaba el nuevo drama de la telenovela.

Coincidió entonces que Jennifer se mudó a vivir conmigo a Tlacoquemécatl. Entonces hice un esfuerzo para superar mi añeja animadversión y le propuse que trajera a Olivia a vivir con nosotros. A Jennifer se le iluminó la mirada y yo sentí una especie de orgullo íntimo por haber salvado a Olivia.



Y después, como a los dos meses de que Olivia llegó al departamento, algo inesperado pasó.

Empecé a disfrutar los paseos rutinarios con Olivia por el parque. Empecé a necesitar que ella estuviera ahí cada vez que llegaba del trabajo y me saludaba. Empecé a interpretar sus ladridos, sus respiros y sus gestos. Empecé a acostumbré a su presencia de tapete peludo mientras veíamos televisión o leíamos un libro. Empecé a hablar con ella cuando estábamos solos en el departamento.

Empecé a quererla y a cuidarla como si fuera mía.

Como si yo hubiera vuelto a tener once años.

IV.

Después, como Jennifer ha narrado en otro sitio del blog, fue muy difícil dejarla atrás cuando nos fuimos de viaje.

Pues a pesar de que sabíamos que la mejor opción en el universo para que Olivia sobreviviera a nuestra ausencia era la casa de Mara, Regina y Jimena, nunca pudimos superar del todo el presentimiento de que durante nuestra aventura, Olivia moriría.

En contra de su supervivencia estaban sus doce años, sus achaques de viejita, la potencial tristeza que sentiría en nuestra ausencia y un largo año que estaríamos fuera.

Que a nuestra vuelta estuviera viva y bien constituye un milagro, pues según nos contaron, Olivia estuvo a punto de morir.

Apenas al mes de que partimos Olivia empezó con una diarrea loca. Luego dejó de comer y empezó a jadear como si estuviera fatigada. Más tarde empezó a hacer ruidos roncos y hondos, como estertores. En el momento en que se acostó en un rinconcito y las chicas se percataron de que la lengua y las encías se le estaban poniendo azules, Mara llamó a su sobrina, Lourdes, que en la casa era reconocida como una experta en animales. Nadamás vió Lourdes a Olivia, la cargó al coche y salieron todas disparadas a consultar al doctor de animales.

Más tarde el veterinario les diría que llegaron justo a tiempo pues Olivia estaba al borde del un infarto. Les explicó que desde hace tiempo Olivia tenía una condición cardiaca. Que el corazón le había crecido a niveles anormales.

Desde luego es probable que el síndrome le haya comenzado meses antes de que nos fuéramos, pero no deja de ser poética la versión de que Olivia quiso también de alguna manera vivir su propio viaje del corazón.

Lo cierto es que Mara, Regina, Jimena y Lourdes la salvaron.



Y quizá no hay mayor agradecimiento que el que se siente por aquel que ama a alguien que nosotros amamos…

V.

El día que recogimos a Olivia para traérnosla a Tepoztlán con nosotros me costó mucho trabajo estar ahí. La tristeza de Mara, Regina y Jimena podía tocarse.

Yo tenía un nudo atorado en la garganta.

Entendía perfectamente lo difícil que sería para ellas desprenderse de Olivia.

A mí también, como a ellas, un día, me tocó salvar a Olivia.

Y a mí también, como a ellas, Olivia me salvó. Curó mi corazón…


martes, 14 de julio de 2009

Tiempos interesantes

“Ojalá te toquen tiempos interesantes”
Borges citando una maldición China

El periodo que abarcó nuestro recorrido por Latinoamérica cumple en toda regla la condición de haber sido un tiempo interesante. He aquí una pequeña crónica de las notas de seguimiento caprichoso a cinco cabezas latinoamericanas, garrapateadas en mi cuadernos de notas de viaje:

Marzo 2008

- Álvaro Uribe ordena el ataque a un campamento de las FARC instalado en Ecuador y elimina a Raúl Reyes, el segundo en la organización guerrillera. Con la muerte de Reyes inicia el descabezamiento de la guerrilla más longeva en Latinoamérica, pues en pocos días se confirmará la muerte de Tirofijo por un paro cardiaco y la del tercero de abordo por un asesinato a manos de un subalterno. Una vez confirmada la trasgresión de la frontera, Correa, presidente de Ecuador, corta relaciones con Colombia. Solidariamente, como protesta por el traspaso, Hugo Chávez envía a las tropas del ejército venezolano a la frontera con su país vecino. Algunos días más tarde Uribe afirma que en las laptops de la guerrilla que fueron consignadas en el campamento ecuatoriano de las FARC hay evidencia de que la guerrilla recibe apoyo logístico, moral y financiero de parte de Chávez y Correa.

Abril 2008

- De forma inesperada, pues el Partido Colorado domina más del cincuenta por ciento del padrón electoral, Fernando Lugo, exobispo y candidato independiente, gana las elecciones en Paraguay, terminando así con sesenta años ininterrumpidos en el poder del partido oficial en el que militó el dictador Stroessner.

Mayo 2008

- En varios puentes peatonales de las ciudades fronterizas mexicanas aparecen mantas con mensajes del narcotráfico amenazando a funcionarios del gobierno. Algunas incluso acusan al presidente de estar coludido con algunos de los cárteles de la droga. El partido del presidente declara que la aparición de los mensajes es muestra de que el presidente está trabajando y que su advertencia de que no dará un solo paso atrás en la guerra contra el narcotráfico es cierta.

Julio 2008

- Sin disparar un solo tiro, concluye exitosamente la misión para rescatar a Ingrid Betancourt y otros prisioneros de alto perfil que tenían más de siete años en poder de las FARC. Álvaro Uribe consigue así ganarle la carrera a Hugo Chávez, quien apenas en enero se había vestido de héroe al negociar la entrega incondicional de Clara Rojas en un aeropuerto de Venezuela. La misión recibe la única crítica de haber utilizado en símbolo de la cruz roja para engañar a la guerrilla durante el operativo, pues eso podría poner en riesgo futuras misiones de la organización de paz. Álvaro Uribe toma responsabilidad pública por el hecho.

Agosto 2008

- Hugo Chávez expropia las instalaciones de la Cementera Mexicana Cemex en Venezuela.

- Evo Morales gana el referéndum sobre su continuidad en la presidencia de Bolivia, dando un revés a las pretensiones de los gobiernos que proponían la autonomía de las provincias orientales, Cochabamba y Santa Fé entre ellas.

- Fernando Lugo toma posesión como presidente del Paraguay e instaura un modelo de gestión de abajo hacia arriba; será la sociedad misma la que proponga y gestione el cambio. El rol del gobierno será apoyar y acompañar, afirma. El país ebulle de esperanza. Los proyectos de la sociedad civil empiezan a ser formulados.

Septiembre 2008

- Fernando Lugo se propone como primer punto de la agenda estratégica de Paraguay renegociar el contrato de la presa binacional de Itaipú que favorece descaradamente al Brasil debido al acuerdo de condiciones leoninas al que accedió el dictador Stroessner en los setentas. Lula y sus funcionarios dejan entrever que podrían hacer otras concesiones, pero nunca modificar el acuerdo que prevalece actualmente con respecto a la presa.

Noviembre 2008

- En pleno Paseo de la Reforma en la Ciudad de México se estrella el avión en donde viaja el secretario Mouriño y otros funcionarios del gobierno mexicano. El presidente Calderón se declara desconsolado por la muerte de quien considera un colaborador cercano y un amigo personal. En México se rumora que el siniestro fue obra del narcotráfico. Otras versiones indican que el accidente se debió a una negligencia de Mouriño quien había convencido a los pilotos que le permitieran conducir el avión, y le faltó pericia para esquivar la estela de un avión comercial que venía delante de ellos.

Enero 2009

- En Davos, Suiza, el expresidente mexicano Ernesto Zedillo coordina un panel sobre seguridad latinoamericana en el que participan Álvaro Uribe, presidente de Colombia, Miguel Insulza, cabeza de la OEA y el presidente mexicano, Felipe Calderón. Ahí Calderón declara que están pateando al narcotráfico mexicano y que lo están pateando muy duro. Más tarde, Calderón declara que estar en la oposición es como estar en el cielo, y gobernar es el infierno.

- Evo Morales gana el referéndum para la reforma constitucional en Bolivia. El proyecto constitucional amalgama una visión republicana, occidental, sobre el estado, con una concepción de tradición indígena. La oposición se repliega. Críticos serios del sistema señalan que será imposible implementar un proyecto en donde no se defina un paradigma ordenador.

- En el teatro municipal de Asunción Ricardo Flecha y Vicente Feliú organizan un concierto de trova y canción de protesta para festejar el cincuentenario de la revolución cubana. Es la primera vez que en el país se celebra abiertamente un acto de estas características. El presidente Fernando Lugo asiste al concierto. Llega como ciudadano de a pie con dos escoltas por toda seguridad. Cuando entra en la sala, espontáneamente los presentes se ponen de pie y le aplauden sin parar durante un par de minutos.

Febrero 2009

- Hugo Chávez da la vuelta al resultado adverso que había sufrido en diciembre del 2007 a manos de una oposición integrada en torno al discurso de los líderes estudiantiles, y consigue ganar el referéndum que aprueba la reelección indefinida en Venezuela.

Marzo 2009

- Hugo Chávez expropia las plantas de la multinacional americana Cargill, dedicada a la producción y comercialización de granos.

- Germán Martínez, vocero del partido del presidente Calderón, como parte de la estrategia para ganar terreno en la elección intermedia, declara que el PRI, partido de oposición que estuvo más de sesenta años en el poder en México, tiene vínculos con el narcotráfico.

Abril 2009

- Se difunde en Paraguay la noticia de que Fernando Lugo es padre de una niña que procreó con una menor de edad todavía siendo obispo. Poco después aparecen cuatro casos adicionales de los cuales Lugo acepta plenamente dos. Lugo pide disculpas públicas, parafraseando a Terencio al argumentar que como hombre, nada de lo humano le es ajeno. A los pocos días, su porcentaje de aceptación se desploma a 16%, arrastrando consigo el momentum de transformación que había conseguido y restándole posicionamiento en la comunidad internacional.

- Evo Morales se declara en huelga de hambre para forzar a la oposición en el congreso a aprobar la ley electoral que convocará a comicios generales anticipados. Mientras tanto, en Santa Cruz, se descubre un supuesto complot para matarlo. Los conspiradores –dos rumanos, un húngaro, y un irlandés—son asesinados en el hotel Las Américas donde se hospedan. Ninguna entidad externa al gobierno tiene acceso al lugar de los hechos. Expertos aseguran que no cabe duda que la forma en que fueron perpetrados los conspiradores lleva el sello inconfundible de una operación de la inteligencia cubana.

- La OEA prepara una reunión de todos sus integrantes en Puerto España, Trinidad y Tobago. Durante una entrevista, en un gesto solidario con Cuba, Evo Morales declara: “Yo también soy marxista – leninista ¿y qué, me van a expulsar de la OEA?” Sus opositores bolivianos toman la declaración como una provocación. En la inminencia de la reunión, Barack Obama declara que vería con buenos ojos el levantamiento de la restricción que ha dejado a Cuba fuera de la organización. Durante el encuentro, en un gesto simbólico, Chávez le regala a Obama un ejemplar de “Las venas abiertas de Latinoamérica” de Eduardo Galeano, donde se argumenta que el subdesarrollo latinoamericano se debe en buena medida a los abusos que los conquistadores han perpetrado en la región. En dos días el libro alcanza la lista de los libros más vendidos en Amazon.com. Como alternativa a la lectura de Galeano, un grupo de intelectuales liberales latinoamericanos, sugiere el Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano de Álvaro Vargas Llosa, cuya tesis se distancia de Latinoamérica como víctima del ultraje, y la concibe más bien como corresponsable de sus desgracias.

Mayo 2009

- La OMS critica al gobierno del presidente Felipe Calderón por haber reaccionado con lentitud frente a un patrón atípico de casos de Neumonía. Calderón contesta que al declarar la emergencia sanitaria en México por el riesgo que representaba el virus N1H1 contribuyó a defender a la humanidad entera de la propagación del virus.

- Hugo Chávez desafía a Vargas Llosa y a otros intelectuales liberales que se reúnen en Caracas a debatir en su programa Aló Presidente. Dos días más tarde, cuando estos aceptan, se desdice argumentando que él no debate con intelectuales pues él no se rebaja. Los intelectuales juegan en las ligas menores de Beisbol, y él, que es presidente, juega en la liga profesional.

- Se discutirse acaloradamente en Colombia la posibilidad de modificar la constitución para permitir una segunda reelección de Uribe en el poder. En el congreso se aprueba la realización de un referendo para consultar a la población acerca del particular. Uribe se mantiene sin pronunciarse al respecto. Vargas Llosa comenta que sería lamentable que se concretara la pretensión de Uribe de ir por la segunda reelección.

Junio 2009

- Hugo Chávez se disculpa de asistir a la toma de posesión del presidente izquierdista salvadoreño, Mauricio Funes, pretextando que tenía conocimiento de la existencia de un complot para asesinarlo durante su estancia en San Salvador.

- La violencia alcanza un récord histórico en México. Se cuentan 12,050 asesinatos atribuibles al crímen organizado a partir de que Calderón le declaró la guerra al narcotráfico y 769 sólo en el mes de junio.

Julio 2009

- Felipe Calderón pierde estrepitosamente las elecciones intermedias en el país. La abstención es mayor al sesenta por ciento del padrón electoral. Cerca del diez por ciento de los votos emitidos son nulos, en una protesta implícita contra la clase política. El PRI recupera la mayoría de la cámara de diputados y se perfila para recuperar la presidencia dentro de tres años.

viernes, 19 de junio de 2009

Preguntas sin respuesta

¿Soy la misma ahora que antes?

El primer fin de semana que pasamos en México a nuestro regreso lo compartimos con la familia. Una comida en el jardín en la casa de los papás de Arturo, con su familia y la mía. Los más cercanos.

El sobrino de Arturo, Paulo, un niño de cinco años, se acercó a platicarme y me llevó a donde estaba jugando. Entonces, me señaló una foto donde salimos Arturo y yo días antes de partir al viaje. La foto fue tomada en la boda de unos muy buenos amigos y nos vemos contentos, vestidos de boda, sonrientes.

“Mira”, me dijo Paulo: “aquí están Arturo y tú cuando eran otros”.

La frase me sonó al mismo tiempo extraña y cierta. Por supuesto que la forma en que estamos vestidos era otra y Arturo no tenía el bigote y barba que se dejó crecer durante el viaje. Pero, ¿se refería a eso o había algo más que estaba captando?

¿Somos otros ahora que volvimos del viaje? ¿Qué tan distintos éramos entonces y qué tan aparentes son los cambios?

Estoy segura que hemos cambiado pero por el momento me cuesta trabajo identificar en dónde precisamente están los cambios. ¿Cuál es la parte de uno mismo que cambia? ¿Cuál permanece?

¿Es uno el mismo en su propio país y en el extranjero?

Una amiga que hicimos en el viaje nos dijo que al estar en otro país es más fácil experimentar. A ella le gusta hacerlo. Se viste de otras maneras. Se peina distinto. Se atreve a ser otra por unos días mientras está en el anonimato del extranjero. Es más fácil experimentar allá, donde nadie te conoce, donde no tienes referentes contra quienes compararte. Y luego, al volver a tu país, puedes decidir quedarte con los cambios o volver a tu ser anterior.

En el extranjero uno no tiene pasado, no tiene huella. Solo tiene ese momento presente. Solo tiene ese encuentro. No existe la carga pesada que tenemos cuando estamos en nuestro país. Es cierto que uno se puede sentir más libre. Yo he sentido esa libertad. Esa ligereza de poder experimentar, modificarte, probar con otros estilos, hacer lo que uno nunca haría…

Pero, ¿qué sucede con todo eso al volver a tu país? ¿Dónde quedan registrados esos cambios? ¿Se pierden al pisar tu propia tierra? ¿Se mantienen?

¿Dónde quedó la ligereza?

En México todo comienza a cobrar otro significado. Me cuesta más trabajo sentirme libre y ligera. Comienzo a sentirme atada.

Y es que en el país de uno, uno está atento a captar las sutiles señales del lenguaje. No me refiero a las obvias sino a los subtextos. Al significado que subyace a cada cosa. En el extranjero me sentía totalmente libre para caminar por donde quisiera, vestida con la misma ropa de hace meses, sin importarme lo que otros pudieran opinar. Porque en el extranjero uno desconoce las señales sutiles, el otro lenguaje, el subtexto. Uno no está consciente de lo que significa decir “Caminé por San Telmo”, “Comimos en Palermo”, “Pasamos unas noches en Villa de Merlo”…

En cambio, en el país de uno, cada palabra se convierte en una carga energética. Cada palabra, cada gesto, cada entonación, cada mirada se deshace en miles de significados, deseables o indeseables, según el oyente. Así, por ejemplo, “vamos a comer a La Condesa”, “Me lo compré en Santa Fé”, “Vamos a vivir unos meses en Tepoztlán”… adquiere una carga de significado que va más allá de la obvia. Aunque uno no quiera, sus palabras se convierten en pesados discursos.

Los lugares dejan de ser simplemente lugares. Dejan de ser juzgados únicamente por su belleza o fealdad sino que entran en juego miles de cosas, cientos de subtextos que se comunican inevitablemente.

Estando en otro país uno tiene la ventaja –la libertad- de estar desprendido de todos esos otros significados. Una tienda es una tienda. Una calle, una calle. Un lugar, un lugar. Uno es ajeno a todo lo que ocurre a un lado, abajo, oculto a cada cosa dicha. Lo que hay es lo que se ve. Lo que se escucha. No hay significados ocultos porque uno desconoce la cultura. La palabra es sólo la palabra. Mientras que en el país de uno es imposible mantenerse ajeno a todos los subtextos implícitos en la comunicación. Esto convierte a cada elección en una carga pesada, atada de significados. ¡Y qué difícil resulta zafarse de esa carga!

Qué difícil resulta elegir sin sentirse atado. Qué difícil definirse a uno mismo por quien es y no por los significados que le atribuyen los que están a su alrededor.

¿Cómo mantener la ligereza del viaje en el país de uno? ¿Cómo mantenerse fiel a sí mismo cuando uno conoce los subtextos de cada decisión? ¿Cómo desprenderse de esas cargas?

¿Qué tantas cosas realmente necesito?

Me sentí abrumada al ver la cantidad de ropa que dejé en México. Cosas que no necesité durante el último año. Algunas cosas que difícilmente me acordaba que tenía.

Si no las usé durante los últimos doces meses, ¿por qué ahora tendría que necesitarlas? ¿Cuántas cosas cargamos en la vida que realmente no son necesarias?

Durante el viaje me acostumbré a cargar únicamente con lo indispensable. Dejar atrás las cosas extras que sólo nos pesarían más en los hombros. Sin embargo, es curioso que al llegar a México siento de pronto necesidad de cosas que durante el viaje no tuve y no llegué a extrañar.

En todo el viaje me sentí libre y desprendida, andando a pie, sin la necesidad de un coche. Acá me descubro pensando que necesitaremos un coche de nuevo. ¿Por qué? ¿De dónde surgen esas necesidades?

¿Son realmente nuestras o corresponden al mundo lleno de significados que dejamos atrás?

¿Realmente se puede vivir en el país de uno de la misma forma en que se vivió en el viaje?

Cuando tenga las respuestas a todo esto, se las diré.

O quizás no.

México mirada desde el márgen

Los primeros días en México son de una intensa ligereza, por más que suene contradictorio..

Paseamos por Polanco. Viajamos a Tepoztlán y a Tequisquiapan en donde están los prospectos de nuestras casitas de descompresión.

Visitamos lugares por los que hemos pasado mil veces antes.

Sin embargo yo los veo con renovado asombro. Lo huelo todo. Lo siento todo. Lo escucho todo.

Todo me asombra.

Se me ocurre que nos marchamos para poder regresar y verlo todo como si fuera la primera vez…