viernes, 27 de febrero de 2009

Nuestro Recorrido en Paraguay

Recorrido en Paraguay


Recomendaciones de Viajes del Corazón en Paraguay:
- Caldo de Pescado en el Restaurante - Bar Lido
- Funciones de cuentos del Grupo Piiipu! en el Café Literario www.cuentospiiipu.blogspot.com
- Atardecer en Ita Ptá Punta en Asunción
- Caminata por los barrios viejos de Asunción en la rivera del río
- Espectáculos en el Espacio Juan de Salazar de la Cooperación Española ww.juandesalazar.org.py
- Música y obra de Ricardo Flecha
- Hotel del Lago en San Bernardino www.hoteldellago.org
- Café Francés San Bernardino Av. Luis F. Vaché 1005
- Paseo en Lancha Lago Ypacaraí

lunes, 23 de febrero de 2009

Fauna del Iguazú













Guaraní, lengua viva

En medio de Sudamérica existe una “isla rodeada de tierra”, en palabras de Augusto Roa Bastos, que se ha convertido en el único país americano que oficialmente reconoce una lengua indígena junto con el castellano. A pesar de que en todo el continente estén esparcidas cientos de lenguas indígenas, únicamente el guaraní se ha logrado afianzar tanto como para obtener un lugar oficial.

Cuando leí esto, comencé a imaginar en mi mente cómo sería un país latinoamericano que fuera bilingüe. Un país que había logrado armonizar ambos idiomas. Un país que había logrado salvarse un poco de la destrucción cultural indígena durante la colonia. Un país donde se respetaba tanto el idioma indígena que hasta tenía carácter oficial. Comenzaba a emocionarme. Me imaginaba los carteles de la calle, los anuncios, la televisión, el radio, todo en guaraní.

Tengo que aceptar que por el lado de mis imaginaciones, tuve una decepción. El guaraní no estaba ahí a simple vista. No aparecía en los anuncios ni en los letreros. La televisión y el radio parecían como el de cualquier otro país latinoamericano. Sin embargo, pronto comencé a darme cuenta de la presencia del guaraní. Estaba ahí, solo que no en donde yo lo buscaba. No aparecía en los letreros ni en los medios oficiales de comunicación. Más bien, estaba en el aire, en el habla. Se podía escuchar cuando uno caminaba por la calle, con los niños jugando futbol, los adultos tomando tereré, los choferes de bus bromeando entre ellos…

En realidad, creo que lo que más escuché no fue guaraní puro, sino yopará, una mezcla entre castellano y guaraní que viene precisamente de la palabra jopara que en guaraní quiere decir mezcla.

En este instante, acabo de descubrir un dato curioso que necesito compartir con ustedes: Nuestra computadora (comprada en Paraguay) es también guaraní-parlante. No sólo reconoce algunas palabras en guaraní, sino que cuando me falta un acento ¡me las corrige! Definitivamente, el guaraní se ha logrado colar por la sociedad desde la época prehispánica hasta la era cibernética.

La mayoría de la gente en Paraguay habla o por lo menos entiende el guaraní. Nos cuentan que incluso los inmigrantes europeos adoptaban antes el guaraní que el español. No era raro encontrar comunidades donde se hablaran dos idiomas: el europeo que trajeron los inmigrantes y el guaraní. El español quedaba relegado a un tercer puesto.

El guaraní está tan instalado en la mente de los paraguayos que incluso hablan español usando la misma lógica gramatical del guaraní. “Voy a venir” es una frase tomada literalmente del guaraní ahata eju. Una traducción castellana más coherente sería “voy y vengo”, pero los paraguayos prefieren la traducción literal.

La historia de la resistencia del guaraní comienza desde la época precolombina cuando estaba bastante difundida la lengua. Personas de otras etnias podían entenderlo. Era algo así como el latín en Europa; una lengua de referencia. Quizás debido al carácter nómada de los guaraníes. Se dice que venían desde el norte, caminando en busca de la “tierra sin mal”.

Cuando llegaron los españoles, como en la mayoría de las colonias, relegaron al guaraní a un rango inferior. Se dedicaron a erradicar esta lengua salvaje para dar paso a una lengua “civilizada” como era el castellano. Una lengua que no se podía escribir era vista como una lengua de segunda categoría. Y el guaraní era una lengua puramente oral.

Sin embargo, la oralidad se mantuvo. La lengua siguió viva adentro de los hogares. Los niños mestizos aprendían el guaraní de la madre y el español del padre. Con este proceso, el guaraní se fue instalando en la psique de los mestizos como la lengua más ligada a las emociones. Mientras que el español se instaló como la lengua que representaba la autoridad y el poder.

“Hay cosas que uno no puede decir más que en guaraní” nos explica Rubén.

El guaraní no sólo está ligado a la expresión de afectos sino que también está vigente en las bromas y en los dobles sentidos. Los chistes se hacen frecuentemente en guaraní o por lo menos en yopará. Durante el Encuentro de la Oralidad nos tocó ver cómo esto se veía al contar cuentos. El cuentero usaba el español para explicar lo que sucedía en la historia, pero no podía evitar saltar al guaraní para los diálogos entre los personajes. Los dichos, los refranes y sobre todo, la mitología, sigue viva en su idioma original. Aunque al mismo tiempo, sigue existiendo un sector de la sociedad, que al igual que en la época colonial, considera al que habla guaraní como un inculto.

Una de las características que marcó la historia colonial de Paraguay y que influyó para el mantenimiento de la lengua guaraní fue la presencia de los jesuitas. Ellos, amantes del conocimiento y la educación, llegaron a la Nueva España con el espíritu de enseñar y no de esclavizar a los indígenas. Desde una visión más comprensiva y humana, organizaron a los indígenas en “reducciones” donde todos trabajaban por el bien común. Aunque impulsaron la religión católica no menguaron la expresión cultural guaraní. Es más, el catecismo fue traducido al guaraní y los rezos se hacían en su lengua materna.

Varios padres jesuitas, como el caso de Antonio Ruiz de Montoya, fueron grandes enamorados de la lengua guaraní. Tanto que buscaron formas para preservarla por escrito. Es curioso que en la actualidad siga siendo un Padre, miembro de la orden de los jesuitas, Bartomeu Melià, uno de los grandes estudiosos del guaraní.

A pesar de que los jesuitas fueron expulsados del continente en el siglo XVIII, cuando la Corona Española comenzó a temer el poder y autosuficiencia que estaban generando, ya habían sembrado las primeras semillas para que el guaraní siguiera vivo en la vida cotidiana del pueblo paraguayo.

Cuando Paraguay obtuvo la independencia de España, el idioma guaraní entró en un vaivén de reconocimiento-ocultamiento que dependía del dirigente que estuviera a cargo del país. El segundo presidente paraguayo, Carlos Antonio López, fue de los primeros en prohibir el uso del guaraní, expulsándolo de las escuelas. Llegó incluso al extremo de mandar sustituir algunos nombres y apellidos en guaraní a su equivalente castellano.

Sin embargo, durante la Guerra de la Triple Alianza, el guaraní adquirió fuerza y prestigio, convirtiéndose en una especie de estandarte de orgullo nacional. El idioma resultó útil no sólo para propagar el nacionalismo sino para enviar mensajes militares secretos.

Lo cierto es que el guaraní tuvo que hacer un largo camino antes de ser aceptado dentro del programa escolar como una materia adicional y mucho tiempo más todavía (1992) para ser reconocido oficialmente. Sin embargo, durante todo ese tiempo, el guaraní se mantuvo vivo por debajo de la tierra, adentro de la piel, en la mente y corazón de los paraguayos, como la lengua más cercana a su expresión emocional. La vigencia de una lengua tan antigua es lo que más me ha maravillado de nuestra visita a Paraguay.

Puede ser que no me haya encontrado con el país bilingüe que yo había imaginado. El guaraní no se “veía” a simple vista. No estaba en los sitios donde yo lo buscaba. No te recibe un gran letrero en guaraní que diga bienvenido. Pues el guaraní, como cualquier idioma oral, no se encuentra en los letreros. El idioma se siente en el aire. Se respira en las calles. Se escucha.

No deja de asombrarme que en pleno siglo XXI los paraguayos sigan usando las frases y palabras de los pueblos originarios. Que la palabra se haya mantenido viva desde hace más de quinientos años. Que haya resistido censuras y persecuciones. Que los nuevos inmigrantes lo hayan adoptado por encima del castellano. Me parece un profundo homenaje a los primeros hombres y mujeres que pisaron estas tierras. Aquellos que caminaron y caminaron en una búsqueda perpetua por encontrar la tierra sin mal.

Iguazú, La tierra sin mal

Si la tierra sin mal de los Guaraníes existió, tuvo que haber sido esta: Las cataratas de Iguazú.

Aunque técnicamente se encuentran justo en la frontera de Brasil y Argentina, en nuestro corazón, se ubicarán para siempre en el Paraguay...












viernes, 20 de febrero de 2009

Los desaparecidos

Los desaparecidos, interpretada por Ricardo Flecha durante el concierto A Puro Canto que ofreció en el Teatro Municipal de Asunción al lado de Vicente Feliú en Enero del 2009.

Lugo y la Transición en Paraguay

Por invitación de Rubén asistimos al concierto que ofrece su tío, Ricardo Flecha –el más connotado cantante de protesta en el Paraguay—,al lado de Vicente Feliú –uno de los fundadores de la nueva trova cubana—en el teatro municipal de Asunción.


El acto conmemora los cincuenta años de la revolución cubana. Cuba, mal que bien, se mantiene como un referente de dignidad e independencia en estos países que sufrieron los efectos de la paranoia estadounidense contra el comunismo continental que engendró el Plan Cóndor, La Escuela de Panamá y el apoyo a las ignominiosas dictaduras regionales. Aquellas dictaduras mancomunadas que operaban con agilidad transfronteriza que el Mercosur envidiaría; que apalancaban su infraestructura de terrorismo militar intercambiando presos políticos y organizando vuelos trasnacionales para arrojar, por las noches, los cuerpos de los muchachos al mar.



En la sala se palpa la electricidad. El cuero está propenso a enchinarse. La sensación que flota es un concentrado de la emoción y la sensación de esperanza y apertura que está en el ánimo social de todos los paraguayos desde hace menos de un año, cuando Lugo subió al poder.

Que ocurriera abiertamente un evento así en este país, era impensable. Durante los treinta y tantos años de la dictadura de Stroessner (la más larga en el siglo XX latinoamericano), e inclusive durante los gobiernos democráticos subsecuentes en los que el Partido Colorado mantuvo el poder (y por consecuencia la base de la clase política de la dictadura, crímenes y secretos de por medio), este tipo de conciertos y reuniones públicas estuvieron vetadas y se reprimían violentamente, incluso cuando ocurrían en la clandestinidad.

Hay en ese sentido también una sensación de reivindicación. De catarsis. De poder decir cosas finalmente a la luz del día, sin el temor de ser delatado por alguno de los vecinos o algún familiar que podrían ser informantes de la policía secreta de la dictadura. De poder expresar la rabia por las muertes de los que fueron aplastados. De poder llorar a pata suelta por los amigos desaparecidos…

Justo cuarenta y cinco minutos antes de que Flecha cantara Los desaparecidos, a punto de comenzar el concierto, el presidente Lugo entró en la sala. Aunque se sentó en el palco de honor, nadie anunció su llegada. Alguien notó su presencia y se corrió la voz. De pronto alguien aplaudió y todo mundo se fue sumando, hasta que terminamos todos, de pie, aplaudiendo. Ciertamente es emocionante presenciar un aplauso genuino y espontáneo a un funcionario público.


En el México de hoy, eso sería impensable. La animadversión contra el presidente y contra la clase política es más o menos generalizada entre los ciudadanos. La ovación me hace evocar un recuerdo, no necesariamente reciente: En 1986, la inauguración del mundial de futbol en México quedó marcada por un evento inesperado. Justo a la hora que los micrófonos anunciaron que Miguel de la Madrid Hurtado presidiría la ceremonia, los 110,000 asistentes del público, transmitidos en vivo y a todo color al resto del mundo, abuchearon a coro al presidente de la república. Si en el libro de Guiness existe la categoría de silbatinas multitudinarias, seguro esa debe figurar como el record mundial en las categorías de duración y volumen.

Y es que De la Madrid –chivo expiatorio del régimen priista del que todo mundo empezaba a estar cansado después de más de seis décadas en el poder—también había hecho méritos personales para ganarse el repudio: Apenas ocho meses antes, durante el terremoto en el que murieron miles y miles de mexicanos, el gobierno que él dirigía fue terriblemente torpe para responder –paralizado por completo en las primeras horas y francamente ineficaz en los días siguientes. Fue en realidad la sociedad civil la que se organizó y trabajó a marchas forzadas aquellos días de mediados de septiembre del 85. Fue la sociedad civil la que sacó a los sobrevivientes de entre los escombros; la que dio resguardo y alimento a los que quedaron sin casa; la que tendió una mano y dio la cara.

Tan es así, que la historia reciente de México asigna a ese evento un papel preponderante en la construcción de la democracia mexicana que sustituyó a los más de setenta años del PRI en el poder –la dictadura perfecta como la llamó un día Vargas Llosa. En efecto, para que en el 2000 se sentara por primera vez un candidato de oposición en la silla presidencial (Vicente Fox) suelen citarse tres hitos clave, que prepararon el terreno: la matanza de Tlatelolco del 68, el despertar de la sociedad civil en el terremoto del 85 y el fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas del 88.

La mención al caso mexicano y a Vicente Fox en un texto sobre Paraguay y Lugo no son casuales. Ambos comparten puntos de contacto: Ambos fueron la figura que representó el fin de regímenes partidarios longevos cuyo esquema se había agotado. El agotamiento se hizo patente en magnicidios que precedieron siete años sus respectivas llegadas al poder –Colosio cayó en México y Argaña en Paraguay. Ambos abanderaron los vientos del cambio cargando sobre sus espaldas el desafío de conducir la transición de sus países. Y sobre todo, ambos encarnaron la esperanza de la gente de un país mejor.

Ahora, mientras lo de Lugo es reciente y aún en su periodo queda todo por hacer, sobre Vicente Fox, que dejó el poder hace casi tres años, existe ya la sensación generalizada en el pueblo mexicano de que fracasó: entregó sustantivamente menos de lo que prometió, y ciertamente, consiguió menos de lo que era factible conseguir. Y sin ser el único responsable, al término de su periodo el escenario político mexicano estaba francamente intoxicado de polaridad, las instituciones democráticas mancilladas, y el panorama de gobierno para el nuevo presidente, condenado a la parálisis.

Ciertamente, si bien buena parte del fracaso de Fox es estructural, pues es imposible pensar que alguien puede desmontar las estructuras reales de poder en sólo seis años, una buena parte de su fracaso estuvo ligado a sus falencias personales. Fueron la imprudencia, la inocencia, la ignorancia, la incongruencia y la parcialidad las que en buena medida diluyeron rápidamente la legítima oportunidad que en algún momento tuvo para actuar de forma determinante e impulsar la transición real del país.

A casi un año de gobierno, el comportamiento de Lugo contrasta con el del mexicano. Se le considera alguien prudente y proactivo. Alguien que comprende que el cambio no radica en una figura todopoderosa, sino en el progresivo empoderamiento de la sociedad.

Seguro que en buena medida esa sensibilidad en algo le viene de sus antecedentes como obispo de la iglesia católica. Algo sobre su historia nos la contó un domingo por la tarde un taxista de una corrida que tomamos elocuentemente en el sitio de taxis que está en la Plaza de la Democracia, frente al Hotel Guaraní.

El taxista se expresa con propiedad de catedrático y con pasión de hincha de fútbol, como si fuera un personaje de un cuento de Adolfo Bioy Cáseres. “¿Si sabe usted que nuestro presidente es el obispo de la iglesia católica que tiene un cargo civil de más alto rango en el mundo?... Él era obispo de San Pedro. Era de los buenos. De los que está con la gente. De los que hace cosas. Y fue la gente la que le pidió que se postulara… Él pidió un permiso especial al papa para poder competir por a la presidencia. Al principio no se lo dieron porque cuando uno ya es obispo, es como si se hubiera casado con la iglesia católica. Ese vínculo es indisoluble. Pero después parece que al final sí le entregaron una especie de dispensa. Y cuando termine su gobierno él puede regresar a su ministerio como obispo. Pero quién sabe, ¿no? Capaz de que en este periodo conoce a alguien y se enamora. La cantidad de mujeres que le tirarán ahora el anzuelo, ¿no cree?...”

Y mientras conduce Mariscal López con ritmo dominguero, continúa “Le aseguro que Lugo no tenía ninguna posibilidad de ganar. A todo mundo sorprendió. Piense si no, pues el partido colorado tiene como afiliados a más del cincuenta por ciento del padrón electoral del Paraguay. Es virtualmente imposible que gane nadie fuera del partido. Pero lo que pasó fue que más de doscientos mil colorados votaron por él. Yo fui uno de ellos. Soy colorado de toda la vida, pero decidí apostar por Lugo…Con el triunfo del obispo, el partido se fue de espaldas. Todavía no se repone de la sorpresa…”



Dobla en avenida España y continúa: “… Es que Lugo es un tipo con una templanza increíble. Él siempre está sonriendo. Se nota que tiene una paz espiritual imperturbable… Hay quienes piensan que a veces a él le falta ser más determinado. Hay quien piensa que es un poco tibio, que debería impulsar el cambio más de golpe. Hay quien se desespera… Yo creo distinto. Yo creo que él tiene una forma de interpretar el poder político distinta. A propósito del poder él piensa como piensa la iglesia. Con mecanismos que ni nos imaginamos. El visualiza el largo plazo como ninguno de nosotros lo hace. ¡Qué si no será largo plazo! Él piensa en términos de la muerte y del más allá. Para pensar el tiempo, él usa el mismo reloj que usan en el cielo……”

Y es que Lugo es un fenómeno difícil de imaginar para nosotros, mexicanos, que venimos de un país que en efecto, después de la revolución de inicios de siglo XX, vivió en paz social, sin el terror de la dictadura.

Proviniendo de una de las estructuras de poder más longevas de poder (la iglesia), Lugo encarna, paradójicamente, una posibilidad de desmontar el poder de las estructuras tradicionales que ya han tenido su oportunidad en el gobierno, que no han conseguido dar un levantón real al Paraguay, y que no cuentan ya con la credibilidad del pueblo para seguir caminando –el poder de los que tienen más dinero (la aristocracia), el poder de los que tienen más fuerza (el ejército), el poder de los que tienen más poder (la clase política).

Lugo es una nueva oportunidad, acaso la última, para impulsar hacia adelante un nuevo proyecto de Paraguay, en el que el poder radique en la gente… Desde una perspectiva realista, la ventana de oportunidad es breve y las posibilidades, pequeñas, como prueba el caso de Fox en México.

Tiene, de cualquier forma dos cosas a su favor: A la gente de a pie le corre una disposición a participar que no se veía en este país hace más de medio siglo. Y Lugo parece tener el talante de aquellos arquitectos renacentistas que construían catedrales con la clara conciencia de que por la magnitud de la obra, nunca llegarían a verla concluida. Lugo parece ser de los líderes capaces de convencer a los obreros que un ladrillo es más que un ladrillo; que cada ladrillo es, ya, la catedral.

Miscelánea histórica y otras curiosidades dramáticas sobre el Paraguay

· “Los paraguayos tienen fama de ser flojos, pero eso es un error de apreciación de los europeos que colonizaron acá”— me comenta Don Antonio, el director del Centro cultural en Altos. “Los europeos esperarían que los paraguayos respondieran igual que ellos, sin embargo el ritmo del paraguayo responde a una rutina distinta. Siendo Paraguay un país con una población predominantemente rural (70% de las personas vive en el campo), se trabaja duro en la chacra. Los paraguayos se levantan temprano, a las tres y media de la mañana, y trabajan de corrido hasta las diez. A esa hora, cuando el sol ya está en lo alto del cielo y el termómetro puede estar marcando cuarenta grados centígrados, paran para desayunar. Toman cocido y pan. Luego toman tereré hasta medio día, para refrescarse. Almuerzan. Hacen la siesta en catre bajo el galpón, o en hamaca, bajo el mango. Y hacia las seis, cuando el sol empieza el recorrido hacia abajo, regresan a la chacra, a trabajar unas tres horas más. Nueve nada despreciables horas de trabajo.”

· A propósito nos cuenta Don Antonio que ciertamente los extranjeros suelen desesperarse con la famosa “hora paraguaya”, que consiste –no muy diferente a lo que ocurre en otros sitios de Latinoamérica—en que nunca llegan con puntualidad a un sitio. Me explica que esa pauta cultural es fácilmente rastreable. En guaraní todas las palabras que refieren explícitamente al tiempo nunca señalan momentos precisos, sino que abarcan un lapso relativamente amplio de tiempo. En guaraní, por ejemplo, para arreglar una cita, uno diría algo así como nos vemos en la tardecita. En guaraní tardecita hace una referencia explícita a la forma en que cae la luz entre las cinco y las siete y media de la tarde (Aquí el sol se pone entre ocho y media y nueve).

· Otra de Don Antonio: “Los paraguayos tenemos también fama de ser cochinos y desordenados. Yo por ejemplo, tuve una terrible dificultad para adaptarme cuando fui a estudiar la licenciatura al Brasil. Porque yo, por ejemplo, tiraba la basura en todos lados. Abría la ventana del departamento y arrojaba un papel, o algo. Y los amigos brasileiros se me quedaban viendo como si yo fuera un loco. Y es que claro, yo crecí en el campo. Y ahí todo es biodegradable. Uno se come un mango y lo tira en cualquier lugar. Otro ejemplo: en el campo no existen fronteras delimitadas entre las personas y los animales. Se convive, se cohabita. La gallina pone huevos en la cama. El chancho anda por todos lados. Y eso a nadie le molesta. Así es. Y en la ciudad, uno choca con expectativas invisibles sobre el orden que no existen en el campo.”

· “Todos los problemas del Paraguay se remiten a la Guerra de la Triple Alianza (1865) en la que brasileiros, argentinos y uruguayos se unieron contra nosotros –sostiene Rubén. Existían tensiones ancestrales por el control de los recursos y los criollos brasileiros y argentinos, que antes de la independencia eran parte del mismo contingente de españoles que los criollos paraguayos, veían nuestro desarrollo con ojos de envida, y en nuestro territorio, un bocado de lo más apetecible. No podían esperar la hora, y nada les pudo venir mejor que la declaración de Guerra de aquel hombre torpe que se creía el Napoleón de América que fue Francisco Solano López. En la guerra nos hicieron polvo. Paraguay perdió la mitad de su población que inicialmente era de 400,000, de los cuales solo quedaron 28,000 hombres, la mayoría de los cuales eran viejos o niños.”

· Fue tan dramático el impacto poblacional de la guerra que se dice que al término había un hombre por cada siete mujeres. La urgencia de repoblar hizo que se promoviera en Paraguay la poligamia. Los hombres iban de casa en casa con la tarea de preñar a las mujeres como si fueran vacas. “Era tal la escasez de hombres –nos cuenta Laura—que mi bisabuela solía contar que en su pueblo había un ex-soldado que había perdido ambas piernas hasta la cintura y que era uno de los únicos sementales del pueblo.” He olvidado ya la imagen precisa que nos transmitió Laura, pero no estoy seguro que no se encuentra demasiado lejana de la truculencia con que hoy la recuerdo: En las casas con muchas mujeres podía llegar a ocurrir que en una misma tarde el hombre, cargado en brazos como un bebé, saliera y entrara al cuarto de las diferentes hermanas a cumplir con su deber patriótico, tirado de espaldas sobre el colchón.

· “Ese reflejo concupiscente y poligámico del siglo XIX quedó bien instalado en la cultura paraguaya— dice Laura. Todo Latinoamérica tiene sus tintes de machismo, pero aquí ese rasgo pasa por el entendimiento universal de que los hombres tienen derecho a desperdigar su semilla por donde van. Ejercen el derecho implícitamente aceptado por las mujeres de ser infieles y de tener otras familias. Esa inercia todavía llega hasta esta generación. En la vida de todo paraguayo de esta generación no es una experiencia extraña enfrentar la aparición repentina de medios tíos o medios hermanos…”

· Dicen que desde aquella época en que casi se extinguió la población, a la par que el instinto de vida se desparramaba, un aire de muerte quedó tatuado en el ser paraguayo. Ese instinto no tardó mucho tiempo en convertirse en ganas institucionalizadas de matarse unos a otros en la eterna rivalidad entre azules (liberales) y colorados. Rivalidad que salvo el paréntesis que constituyó la Guerra del Chaco contra Bolivia y en el que los paraguayos se pusieron de acuerdo para matar a otros, fue creciendo hasta el punto de la guerra civil de 1947. “Eran todos contra todos –cuenta Rubén. Amigos contra amigos, hermanos contra hermanos. Familias enfrentadas. Una locura descarriada sin fronteras. Hay una anécdota representativa de mi abuelo, colorado, quien en la confusión de la revolución se encontró de pronto luchando contra su familia. Cuentan que él conducía un regimiento. Que se respiraba entre la tropa el aire de victoria con respecto a la batalla de aquella noche en donde tomarían una población del otro lado del río. Los soldados jugaban cartas como para distraerse. El que ganaba la partida tenía el derecho de escoger, de entre un puñado de fotografías que habían llegado a su poder, a las mujeres liberales que esa noche les tocarían como botín. Ocurrió que justo en ese momento pasó por ahí el abuelo, y cayó en cuenta de que entre las imágenes de las mujeres que se disputaban, estaba su madre… Tronó. Aquellos tres soldados murieron esa misma tarde, antes de la batalla. Fusilados.”

· Después vino la dictadura de Stroessner. Que según nos cuentan, fue una de las dictaduras más corruptas de todos los tiempos. Los altos mandos de Stroessner fueron cínicos traficantes de cuanto hubiera podido ser traficado. No hubiera habido forma de durar ocho periodos consecutivos, por treinta y cuatro años. Quien era amigo de los fuertes del régimen se volvía rico a la voz de “a mi no me den, simplemente pónganme donde hay”.

· Las condiciones con las que fue negociado el gran proyecto de infraestructura del gobierno de Stroessner –la presa de Itaipú, la más grande del mundo— con Brasil, es una metáfora precisa de la corrupción del gobierno de Stroessner, quien aseguró su tajada e hipotecó al Paraguay. A pesar de ser un proyecto binacional en que los recursos naturales paraguayos representaron más de la mitad del trato en el que Brasil hizo esencialmente una inversión financiera y de capital intelectual, los beneficios no se reparten en la misma proporción. Paraguay es beneficiario de menos del 1% de la energía eléctrica que genera la presa, y recibe utilidades desproporcionadamente menores a las que le corresponderían. Para calificar las condiciones con las que fue negociado ese contrato existe un término jurídico: leoninas…

· “Según la ONU o alguna de las agencias internacionales, Paraguay es uno de los estados que encabeza la lista de los más corruptos del planeta, sistemáticamente” -- nos cuenta Rubén. “Más aún, hay un chiste al respecto que hace unos años apareció en un show de comedia en la televisión, justo tras la publicación de los resultados del estudio de ese año, en el que aparecíamos como el segundo lugar de la lista: En el aeropuerto, un reportero recibe a los dos representantes paraguayos que vienen regresando del concurso de los más corruptos que recién acaba de terminar en Ginebra, Suiza. Les pide que comenten algo a propósito de su medalla de plata. ¿Cómo fue que perdieron el primer sitio? Y ellos responden. Mire, en realidad habíamos ganado el oro, pero nos conmovieron los esfuerzos de un pequeño país africano y decidimos venderles nuestro primer puesto…”

· En las dictaduras la única forma de sobrevivir es partiéndose un poco. Aprendiendo a jugar el juego de no mostrarse, de camuflarse. Aprendiendo a desconfiar de todo y de todos, porque tu vecino, tu amigo, tu primo podría ser parte de la maquinaria de la dictadura y delatarte por cualquier palabra fuera de lugar, por cualquier gesto, porque le pareció sospechosa la forma en que combinaste el vestido ese día. Aprendiendo a ser un poco cínico. Aprendiendo a cerrar los ojos. Porque a quien se mantiene entero y frontal termina exiliado, si uno tiene la suerte de escapar; o desaparecido, en el fondo del Océano Atlántico, o enterrado en una fosa ilocalizable, si es un poco más ingenuo o desafortunado.”

· Existen estudios internacionales que prueban que muchas empresas familiares enfrentan su momento más difícil en la transición transgeneracional, cuando el viejo patriarca pasa la estafeta a la segunda y tercera generación. Un considerable porcentaje desaparece en ese tránsito, en medio de una lucha intestina por el poder. Sólo contadas empresas familiares consiguen llegar a la cuarta generación. La empresa de terror y corrupción de Stroessner respondió con regularidad estadística a ese dato. Se desmoronó el día en que la ambición de su hijo y su yerno por heredar el rancho chocaron…

· “Paraguay es uno de los países latinoamericanos con más alto índice de suicidios”— es uno de los datos que sale a relucir en un conversatorio en que participan varios cuenteros y artistas paraguayos. “En Paraguay, un país con más del 80% de jóvenes y con importantes restricciones económicas y del mercado laboral, es este segmento el que se encuentra más amenazado por el impulso a la autodestrucción”. “Pero Paraguay no es el único país en que los jóvenes no encuentran oportunidades de trabajo, y sin embargo su índice de suicidios sí es más elevado, digamos por ejemplo que el de los jóvenes dominicanos, que pululan por las calles” –les cuestiono. “Y sí – me contestan. Pero lo que pasa es que en esos otros pueblos las posibilidades expresivas, los canales artísticos para expresar la frustración y canalizar la depresión quedaron intactos. En Paraguay hasta eso fue golpeado por la dictadura. Y cuando cayó, y finalmente nos abrimos al mundo y nos vimos inundados de otras cosas (de la cultura de consumo que va directo a los jóvenes, por ejemplo), tan sin proceso gradual, se juntaron las ganas con el hambre de comer. Para que te des una idea de lo abrupto --dice Airym-- hay pueblos el Paraguay a los que la electricidad y el internet llegaron el mismo día... Y además, ¿Qué joven puede encontrar una vía a sus aspiraciones existenciales en la pobre oferta que presenta una cosmovisión que se agota en retacarse la barriga de papitas fritas, coca-cola y helados mientras observa a los disparates de los Simpson en la televisión?”

· “Ustedes (los occidentales) tienen los relojes. Nosotros, (los indios) tenemos el tiempo…”, dice Brígido Bogado, un maestro de la comunidad Mbya-Guarani diez minutos después de concluir el conversatorio, en el cierre del encuentro sobre Oralidad.

· “Procuro mantener el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia”. Me dice Luis Hocsman, un antropólogo cordobés amigo de Laura Ferreira, a propósito de las perspectivas políticas y económicas de la región, mientras prueba los primeros ravioles en salsa blanca que he cocinado en mi vida. Mientras lo escucho, se me ocurre que la frase bien podría describir el abordaje de un paraguayo razonable (y para el caso, casi cualquier latinoamericano) frente al futuro de su país.

· Jennifer y yo la pasamos maravillados de los cielos paraguayos. Unos atardeceres que no hemos visto en ningún otro sitio. No sabemos si se debe a que estamos en el hemisferio sur y la inclinación de los rayos del sol con respecto a la tierra es distinta, o a que Paraguay se extiende sobre un terreno plano, inmenso y que eso permite abarcar un tramo de cielo más grande al que estamos acostumbrados… El caso es que al atardecer, de la forma más extraña, nubes contiguas se ven de colores distintos. Pueden convivir simultáneamente una nube color rojo, una rosa, una amarilla, una blanca y una gris. “Y eso no es todo –nos cuenta Airym a propósito— Los amaneceres son todavía más espectaculares. En guaraní existen siete palabras distintas para designar la luz en diferentes momentos del amanecer.”

· Acaso alguna de esas palabras sirve para designar este momento en la vida del Paraguay, cuando ha caído un régimen que duró sesenta y tantos años, Lugo preside el país y se palpa un despertar entre la gente…

jueves, 19 de febrero de 2009

Amigos y personajes en la estela de Paraguay

Airym Sarta, Cuentera colombo-paraguaya

Rubén Flecha, Cuentero paraguayo


Laura Ferreira, Cuentera paraguaya con su hija Rebeca


Marcos y Miguel, niños paraguayos

Brígido Bogado, maestro y poeta guaraní


Teresita Bustos, Cuentera argentina

Michael, escritor y músico alemán

Los Bochín, Grupo de teatro Hispano-Paraguayo


Iker, becario y Myriam, directora de la Cooperaciòn española


Andrea, Gestora de la Cooperaciòn Española


Gabriel, Cuentero Paraguayo


Erenia, Cuentera Paraguaya


Sara, Acriz y cuentera paraguaya



Cármen, cuentera paraguaya


Adela, Cuentera Española


Miguel, Escritor y músico español


Gunther, camarógrafo alemán de Telefuturo


Reportero del Periódico ABC


Conductor de lancha en San Bernardino