Durante la cena navideña con mi grupo de amigos de la primaria, secundaria y preparatoria, a quienes sin duda considero inteligentes y exitosos, nos enfrascamos en una discusión sobre el tema del viaje.
Sin escucharme, desde un apriori medio intransigente, entramos en un diálogo que parece debate o juicio. Me sermonean, intentan exorcisarme del demonio que se me ha metido; intentan hacerme entrar en razón. Encuentro que en sus 30´s sostienen un discurso semejante a otros de mis interlocutores en sus 60´s: un discurso conservador, hasta cierto punto reaccionario.
Bien vale la pena pensar y cuestionar, no sólo el contenido de su razón -- "cómo debe ser vivida la vida", sino sobre todo el tono --un cierto dogmatismo categórico -- que no acepta visiones alternativas, posturas distintas:
- Según fue expuesto, esta filosofía descansa sobre el principio de que toda vida se orienta hacia la construcción de un patrimonio, que desde luego, siempre puede ser valorado en términos económicos.
- Y para conseguir eso, "dicen los que saben", que el hombre, entre los 20 y los 3o se prepara; entre los 30 y los 40 despega; entre los 40 y los 50 se consolida; entre los 50 y los 60 cosecha; después de los 60 disfruta.
- Ver así las cosas pone relieve sobre todo en los aspectos productivos de nuestra vida, y naturalmente pone énfasis en entender que factores la afectan: la capacidad intelectual y productiva en general tiene un pico durante los 30´s, y después tiene una declinación progresiva.
- Cuando uno concibe así la vida y sus condicionantes, se aclara el nombre del juego: rentabilidad, según la cual los recursos deben ser utilizados para maximizar el beneficio y minimizar el riesgo.
- Para maximizar los beneficios lo primero es tener claridad de metas. Para ilustrar este principio, elocuentemente se cita un ejemplo de Rockefeller, quien dialoga con una mujer, y le pregunta cuál es su objetivo en la vida. La mujer de modestos medios contesta simplemente que le gustaría tener una cabaña en el campo. Rockefeller contesta categórico que nunca conseguirá su objetivo: "A la dificultad propia de juntar los recursos económicos se suma sobre todo la falta de claridad con respecto a sus metas. Sus metas son difusas. Si usted me hubiera dicho que para el día tal, usted pretende estar viviendo en la cabaña tal, que se encuentra en tal lado, entonces pensaría que usted tiene alguna posibilidad de alcanzar su meta."
- Lo segundo está asociado a la concentración, principio según el cual uno debe poner sus esfuerzos enteros en la persecusión de aquello que busca, hacer a un lado cualquier aspecto de la vida que no esté alineado al objetivo productivo. Esto supone naturalmente olvidar los sueños que no se alínen al afán productivo, o sacrificar intereses colaterales.
- Y ya delineadas estas premisas, no es difícil entender los "miedos" concomitantes a este discurso: a. miedo al deterioro -- "si te bajas del tren ahora para emepar algo nuevo te perderás del mejor momento de tus capacidades. La mente no es la misma. Tu capacidad no será la misma." b. miedo a las nuevas generaciones -- "los chavos de 20 vienen empujando fuerte. La competencia es feroz. Si te bajas del tren ahora, no podrás alcanzarlos despúes."
-En conclusión quien sigue religiosamente esta receta, al final de sus días recibirá el premio de un retiro feliz, próspero, y podrá dedicar sus días --ahora sí-- a aquello que constituyen sus sueños, aquello que en verdad le apasiona; b. quien se aparta de este órden tienta destino, y no puede sino condenarse al fracaso.
Hasta ahí. Algunas reflexiones necesarias:
a.- Frente a idea de que la felicidad está al final del camino, en el goce del patrimonio durante el retiro: "El camino es la meta" (Lao Tsé). La "vida" no está sólo al final de la vida. La vida está en la vida misma, en su construcción. Es un fin en sí misma. Es, sobre todo, una experiencia. Lo que frecuentemente nos contamina es la expectativa de un resultado.
b.- Frente a la idea de que el objetivo último es el patrimonio, y la vida es una se divide en etapas únicamente pensadas en términos de su construcción y disfrute: Acaso una de las aproximaciones teóricas que más me gusta al tema del desarrollo humano es la de Erik Erikson, un psicoanalísta que identifica ocho etapas de desarrollo psicosocial. Su teoría es interesante pues describe cada una de las etapas como polos opuestos que constituyen un reto de desarrollo que cada hombre debe enfrentar y salir o no victorioso: Tres en la primera infancia: Confianza vs. Desconfianza básica, Autonomía vs. Vergüenza y Duda, Iniciativa vs. Culpa; una en la edad escolar de primaria: Laboriosidad vs. Inferioridad; una en la adolescencia: Identiidad vs. Confusión de roles; una en la juventud: Intimidad vs. Aislamiento. Una en la madurez: Generatividad vs. Estancamiento; y, una, finalmente, en la vejez: Integridad del yo (sabiduría) vs. desesperación.
- Visto desde esta perspectiva, frecuentemente pienso el viaje como un activo que abonará a las tres metas de desarrollo que aún la vida me pone por delante -intimidad, generatividad e integridad- más que su alternativa (permanecer en este momento en el trabajo actual, en el trayecto de carrera actual) ...
- Visto también desde esta perspectiva, que a los riesgos, que siempre están ahí, se les enfrenta siempre con las fortalezas que uno ha podido consolidar en su desarrollo. Es decir, la carrera, esta o cualquier otra, se corre exitosamente en la medida en que hay confianza básica, autonomía, iniciativa y laboriosidad... Es decir, en la medida en que se contacta la propia historia, la propia experiencia, la propia leyenda personal; en la medida en que se traen al presente las lecciones, los aprendizajes; entonces es posible acometer la labor y seguir generando.
c.- Rockefeller. No se puede negar la pertinencia del dicho en relación con la claridad de metas. Jim Burrus, uno de mis maestros en HayGroup y discípulo de David McClelland (el teórico de la motivación humana que encontró una correlación entre el desarrollo económico y la motivación de logro, y categorizó la motivación social --logro, afiliación y poder), me contó que de un grupo de cerca de 100 "entrepreneurs" con los que llevaron a cabo programas de desarrollo al principio de los 70´s en países del tercer mundo -- Paquistán, India, México, etc--, aquellos que a la vuelta de 20 años (se organizó un reencuentro en los 90's) habían en efecto conseguido lo que se plantearon durante los talleres, fueron los que en aquella oportunidad, de inmediato y con toda precisión consiguieron articular qué era lo que querían conseguir.
- Sin embargo, así como la anécdota señala aquello en lo que nos encontramos -- la coincidencia de la necisidad de tener una visión de futuro, y la relevancia que juega la motivación de logro para ejecutarla -- Rockefeller es también una referencia desafortunada (o afortunada para el caso), pues permite ilustrar que justo en los valores --aquello a lo que concedemos importancia-- nos separamos. Acaso no haya un mejor ejemplo para ilustrar el monopolio, la tiranía o la corrupción que Rockefeller y la Standard Oil. Y por lo que se sabe, en su retiro al campo experimentó una dudosa plenitud, asediado por personas interesadas en su dinero --nunca sabiendo quién le tenía un afecto verdadero-- y bajo la sospecha permanente de la legitimidad de su fortuna.
d. Con respecto al riesgo: Primero habrá que aceptar, que al tomar esta decisión, uno de los escenarios posibles es el que se plantea: Que la estabilidad económica, o que la carrera en consultoría se vean lesionadas por el paréntesis que el viaje constituye. Y entonces la incilinación romántica contestaría "París bien vale una misa".
Pero también hay que decir que ese riesgo palidece, al menos desde mi perspectiva y la de mis valores, frente a los otros que se le oponen en la propuesta convencional: Apostar todo a un retiro próspero que nunca se sabe si llegará --la enfermedad, la muerte son caprichosas y llegan sin aviso; Posponer los sueños a un momento en que acaso el sentido se haya perdido, la fuerza falte, o sea demasiado tarde para la realización.
e. Encuentro que la dinámica de debate con mis amigos no es nueva. Durante la secundaria y la preparatoria sostuvimos una semejante gimnasia dialéctica, en la que por oposición, cada uno exploraba sus posturas, ensayaba su identidad. Así como hoy la arena está asociada a la filosofía de carrera profesional, entonces, lo que nos ocupaba era el candente tema del sexo. Hay al menos dos anécdotas memorables:
- La visita a la casa de moneda, en la que frente a los escenarios sexuales hipotéticos que se planteaban, ("¿Qué le harías a C.A. --una de las cheerleaders de paradigmática belleza-- si la encontraras en un hotel, desnuda, dispuesta y seduciénote?), nos polarizábamos: por un lado, un nutrido grupo que se alineaba a la respuesta convencional (fantasías asociadas a cojidones de campeonato, miembros descomunales y resistencia de fondista), y por otro, yo, con mi fiebre franciscana que enarbolaba la bandera de la castidad y el "respeto a la mujer", argumentos que eran sin duda recibidos con abucheos y que me hicieron merecer no pocos calificativos de "puto".
- La discusión que sostuvimos durante el trayecto entre Barcelona y Niza en nuestro viaje de mochila al hombro en Europa, al término de la prepa, en la que básicamente y de forma más elaborada se repitieron estas posiciones con respecto al sexo prematrimonial. La diferencia estuvo en que en esa ocasión, hubo la oportunidad de actuar en consecuencia: Kitty, una descomunal gringa que encontramos en uno de los hostales con dormitorios mixtos, me eligió a mí de entre toda la banda de adolescentes. A la media noche, frente a las costas del Mediterráneo, con una considerable cantidad de tequilas y cervezas circulando en la sangre, después de que impedí el asalto de un francés a un grupo de backpackeros que dormían en la playa, deseché la ocasión --patente y reiterada-- de hacer el amor con Kitty: primero, cuando se desnudó para darnos un baño con luz de luna en aquella playa de piedrabola, y más tarde, al regresar al cuarto del hotel, cuando en varias ocasiones le impedí el acceso a mi litera. Mientras brindaban en algún bar de la costa azul a mi salud, aquellos que creyeron que la diosa del sexo podría más que mis ideales, perdieron considerables sumas de dinero en las apuestas de aquella noche..
De las anécdotas y su referencia en este momento de vida destacan 3 cosas:
- Se hace evidente algo que permanece de entonces: entre mis amigos y yo, nuestros valores, nuestra forma de ver la vida, el ancla de nuestras decisiones, sigue siendo distinta. Pues mientras ellos en general ratifican lo que es convencional, propio de la cultura de nuestro grupo social --un talante conservador, práctico, orientado a la productividad y a la aspiración de una cierta posición económica-- en términos generales, compartiendo algunas cuestiones de esa filosofía, a mi me interesa exploar vías alternas, posturas que tienden a ser marginales, y que están entintados por el idealismo, el romanticismo o el misticismo.
- Se hace evidente que algo ha cambiado en mí desde entonces: mi discurso en esa época era conservador y dogmático. Y francamente, mis ideas tenías una fuerte carga de contenido prestado, pues no dejaban de ser una reproducción de voces ajenas -- la educación paterna, la educación religiosa. De entonces a acá, he desarrollado una postura frente a la vida más abierta, menos dogmática, y ciertamente más liberal. Y encuentro en eso, personalmente, un signo de crecimiento, de desarrollo. Y en cierto sentido, para ser franco, el movimiento evidencia que no he pasado por alto la experiencia del amor, del encuentro sexual, de la pérdida, de la búsqueda de un camino auténtico, personal, de mis elecciones profesionales, de mi labor.
- Y con humor, cabe decir a casi 15 años de distancia que, sí, amigos, en efecto, soy un pendejo por dejar pasar a Kitty!
f. Aclaraciones.... Y con todo vale la pena repetirlo y sobre todo reflexionarlo hacia adentro..:
- Es difícil explicar (y acaso no sea necesario) lo que nace de la pasión, del sueño, pues no necesariamente es compatible con el mundo de la razón. Hay cosas que se hacen porque se desea hacerlas, porque se tiene la fuerza, la valentía, la voluntad de hacerlas...
- Hay una visión hacia adelante de vida, de propósito, de proyecto --asociado a la psicología, al desarrollo humano, a la educación, a la labor humanista--, simplemente ahora no es el momento para formularla y cerrarla, pues el viaje permitirá enriquecerla.
- En efecto, hay cierto grado de indefinición en lo que deseo hacer hacia adelante, que visto desde fuera, pudiera parecer ignorancia o confusión. Permitirse no saber, alejarse de las certezas y preconcepciones, es en parte el propósito del viaje, lo que permitirá reafirmar y aclarar dónde deben ser puestas las fichas de la siguiente etapa...
- Una vez que tomamos la decisión de viajar, justo diseñamos la etapa previa al viaje para maximizar las opciones al regreso --sin quemar barcos o tirarse al abismo, pues este no es un viaje de vagabundos, sino de dos personas que se aventuran a una experiencia creativa. En parte a ello responde la decisión de haber avisado con tanto tiempo de antelación en el trabajo, lo que también constituía un riesgo... lo que permitirá en primera instancia considerar la opción de continuar...
- Y desde luego, nadie tiene la vida comprada... pero creo también, que la vida no le da a uno lo que uno no pide...
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