No todas las reacciones al viaje han girado en torno a las implicaciones que este tiene para la carrera. Algunas de las más interesantes están asociadas al efecto que una aventura como ésta --24/365-- tendrá en nuestra pareja: "Se van a aburrir el uno del otro..."; "Se van a pelear, van a andar como perros y gatos..."; "La pasión se arruinará entre ustedes, pues la pasión se alimenta de la distancia...".
Ciertamente, todas las anteriores son posibles... y habrá que buscar estrategias para administrar los fenómenos a los que sin duda están sujetos un hombre y una mujer viajando juntos. Hay también que aceptar que el riesgo es en última instancia el hallazgo potencial de que no estamos hechos el uno para el otro... Pero, incluso en este supuesto, cuando lo que se busca es la conciencia, la sabiduría, la buena vida, ¿no sería posible concebir también este hallazgo como un beneficio?
Por lo pronto, una forma de abordar este reto es delinear una agenda amorosa --que no es distinta para otra pareja, cualquiera que esta sea su circunstancia, pues cualquier proyecto amoroso es en última instancia un viaje.
Nuestra agenda amorosa tiene tres aristas: La pasión, la intimidad y el compromiso.
La pasión.- Es el llamado del destino o de nuestro linaje a la especie. Es lo que está más pegado al cuerpo. Es lo que no se construye, simplemente se despierta. Es una voz potente. Es el impulso. Es una ola que nace dentro y nos arrastra. Es en parte puro erotismo y sensualidad. Es una sed, una danza, un misterio. Es una ruta de huidas y encuentros. No escapa a sus formas un cierto deseo de dominación, de imponernos al otro, de conquistarlo.
La intimidad.- Es el verdadero encuentro. Se funda en la apertura, en la revelación que hace el uno al otro. Es, en un sentido, la tarea de inventar un universo nuevo. La intimidad, que no es otra cosa que el proyecto de conferir valor a la vida del otro a través de constituirse en su testigo. La intimidad que es una guerra contra la soledad, que inevitablemente será perdida, qué duda cabe, pero que no habría significado en nuestra existencia si no hiciéramos todo lo posible por ganalra, y si no ganáramos, en efecto, alguna que otra batalla. La intimidad, que es un poco afinidad, un poco empatía. Que tiene mucho de diálogo --contar y escuchar--; de confrontación honesta a la pareja, de reto, de búsqueda. Un juego de espejos. Y en última instancia, se sintetiza en la alegría de que el otro exista, en una palabra.
El compromiso.- Que no es otra cosa que la disposición permanente a optar por el otro, a renovar constantemente una promesa de encuentro, y esforzarse por cumplirla. El compromiso, que es un pacto de tolerancia, de aceptación a pesar de las fallas del otro. Que exige la capacidad de regenerarse, de aceptar las pérdidas, de caminar a pesar de los cambios. El compromiso, que nos mantiene juntos por el sentido que tiene el proyecto que en conjunto construimos, más allá de la coyuntura que nos distancia o el sentimiento, que se nos escapa. El compromiso, que se nutre de la consistencia, que se funda en la reciprocidad, pero que necesita en ciertos periodos de la incondicionalidad. Que es la decisión última de caminar hasta donde llegue el camino, poniendo lo que uno tiene, bajo el entenidmiento de que cualquier cosa que vale, cuesta.
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2 comentarios:
Hey, Artereberejeira.... muy interesante y dedicada la agenda amorosa.
A mí sólo se me ocurre una pregunta. Este es TU blog o es de los dos?
Se extraña la pluma de la otra integrante del viaje, a fin de completar las sensaciones previas que, día con día, se van acortando.
Un fuerte abrazo!
P.
Qué mejor que poder viajar y divagar con ella, tu mejor amiga?
Esta experiencia no los aburrirá, todo lo contrario, los complementará y los hará cómplices...
Qué envidia, una valiente decisión. Les admiro pues es difícil explicar a los demás por qué ustedes eligieron no vivir su vida como ellos...En cierta medida siento que la gente cuestiona esta clase de decisiones para explicarse a sí mismos por qué nunca las tomaron o nunca se les ocurrieron...
De cualquier forma, les deseo lo mejor y aquí los visitaré para ver como van en su aventura...
Ah! y los treintas son una edad perfecta para poder comprender y valorar.
Saludos
Geraldina
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