Colombia siempre ha sido para mi un lugar especial. Desde que mi mejor amiga se fue a vivir para allá cuando teníamos trece años, mi imaginación se fue llenando de lo que ella me contaba en sus cartas e iba creando en mi mente un país imaginario. Gaby me invitaba cada verano a visitarla pero mis papás, influidos por las noticias violentas de la época, me decían que era demasiado peligroso: “quizás, para el próximo año”… Y así iban pasando los veranos y la probabilidad de visitar Colombia se hacía cada vez más difusa.
Diez años después, finalmente logré pasar un verano en Colombia, en Bucaramanga. Persiguiendo los pasos del amor terminé visitando el país que se había colado en mis sueños desde adolescente. Poco tiempo después de ese viaje veraniego me mudé a la “ciudad de los parques” para vivir durante un año ahí.
Hace unos días, Arturo y yo visitamos Bucaramanga, con el pretexto de ir al festival de cuentos Abrapalabra. En realidad, yo moría de ganas de volver a esa ciudad que se había quedado en mi recuerdo con una intensidad penetrante.
Vivir en otro país durante un tiempo crea la sensación de estar partido por la mitad. Cada país es un universo en sí, lleno de experiencias, amigos, lugares… que al volver al país de origen es como si se diluyeran en el aire. Ya no existen. Y no puedes dejar de preguntarte: ¿realmente viví ahí durante un año? Pues acá todo sigue siendo igual, sin embargo, yo me siento tan distinta…. Existía otro sitio en el mundo que me había visto crecer, madurar, pero nada de eso me había podido traer de vuelta en mi equipaje. La gente, las calles, la comida, la música; todo había quedado atrás, allá, en ese sitio que ahora me empeñaba en tratar de traer al presente. A través de palabras, recuerdos y fotografías, quería reconstruir esa vida para poderla compartir con mi gente. Y ellos, en un afán de comprensión, trataban de entenderme, pero yo sabía que había cosas imposibles de contar.
¿A qué huele una ciudad? ¿A qué sabe una tarde en Bucaramanga? ¿Cómo se siente un vallenato?
Por eso, volver a caminar por las calles donde viví durante ese año colombiano, ahora con Arturo, fue como traer al presente dos mundos. Constatar que realmente sí existen esos sitios, que mis recuerdos no mienten, que todo lo que recordé seguía ahí, incluso, más lindo, más vivo de cómo lo tenía en mi mente. Volver a caminar por esas calles fue como ir armando rompecabezas, uniendo partes, recordando, reviviendo todo lo que fue mi vida durante ese año.
Imágenes de "La Ciudad de los Parques"
lunes, 3 de noviembre de 2008
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1 comentario:
El parque San Pío está increíiiiiiiiiiiible!!!!
Qué emoción...
el encuentro con el sitio que es y que confronta lo que fue para tí.
el encuentro con la persona que fuiste cuando, en otro momento, estuviste ahí.
el encuentro con el paso del tiempo que no se niega para decirte que hoy es eso y nomás, hoy.
vaya, y que sigan los encuentros! un fuerte abrazo,
P.
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