I. Rumor de crisis
Detenemos el carro viajero.
Escucho. Pongo atención.
Hay una gran cantidad de ruido allá afuera, en el mundo.
Hasta acá llega el sonido de un tiempo turbulento. De un mundo patas para arriba…
No me cuesta trabajo imaginar que si a nosotros, que en cierto sentido estamos desconectados y viviendo a vuelo de pájaro, nos alcanza a llegar el rumor de la angustia, al resto, detenido en las ciudades y a la merced del bombardeo mediático, todo esto resulte un poco aterrador.
Ciertamente se trata de un tiempo cuya ironía es astronómica, pues si hace veinte años acudimos a la caída de la Berlin Wall, ahora asistimos al desplome del Wall Street.
Los opuestos se tocan…
Un tiempo en donde se desvela la locura y se desnuda, una vez más, un lado oscuro de la naturaleza humana.
Datos asombrosos que han sido regurgitados mil veces en estos días en todos los medios del mundo:
- El estado americano, paladín del capitalismo a ultranza, es forzado a vestirse de socialismo e intervenir y tomar control de dos de las más grandes firmas de servicios financieros –Fannie May, Freddy Mac—y evitar su quiebra…
- Los nombres más ilustres en la banca –Merryl Linch entre ellos—se desploman y terminan comprados por sus antiguos competidores a precio de ganga.
- Varios meses y varios billones después del inicio de la crisis, la nacionalización de la banca estadounidense sigue discutiéndose como una posibilidad real.
- La industria automotriz, ícono del capitalismo americano, recibe subsidios públicos por montos inverosímiles…
- Bernard Madoff, inversionista y excoordinador en jefe del NASDAQ, cometió él solo, el fraude más grande de la historia (50 billones de dólares) con un esquema de pirámides semejante al de las firmas de cosméticos baratos…
- Los errores de juicio asociados a los instrumentos de derivados en los que incurrió AIG, una de las más grandes firmas de seguros a nivel global, y quien tiene un papel protagónico en la crisis, es atribuible a una pequeña unidad londinense en la que trabajan poco más de 350 de sus 116,000 empleados.
- Se hace público que la mayoría de los ejecutivos de las empresas involucradas en la ineptitud y el fraude que condujeron a la crisis cobraron, ese año, sus bonos correspondientes.
- La compensación anual total de un ejecutivo de alto perfil en la industria de servicios financieros en Estados Unidos puede llegar a los catorce millones de dólares.
Y todos estos datos no sólo sorprenden, sino que enojan.
Especialmente cuando, en la infinita madeja de conexiones que la globalización trae, todos de alguna manera experimentamos las consecuencias de lo que parecieran ser las acciones de increíblemente poca gente: restricciones en la inversión crítica para el crecimiento económico; desaparición de ahorros de toda la vida; encarecimiento del nivel de vida; reducción de las oportunidades de empleo; restricciones del crédito para impulsar proyectos…
Dan ganas de encontrar quién la pague. Encontrar culpables.
Pero bien me lo decía Félix, mi suegro, cuando intercambiábamos puntos de vista hace unos días sobre asuntos más o menos relacionados: De nada sirve simplificar la trama y contarnos la historia de un villano único, malvado –Bush, los republicanos, la derecha, los banqueros, las transnacionales, los mismos ricos de siempre—para buscar compensación a nuestras frustraciones…
Hacerlo así supondría ignorar la complejidad con que opera el mundo globalizado y sus paradójicos núcleos de actividad e influencia…
II. Paradojas del dinero y la felicidad
Lo que sí cabe es cuestionarse y mantener un tono de reflexión:
Pongo sobre la mesa un par de reflexiones que tomé de la lectura del Estudio Global de Gallup y el Estudio del BID para Latinoamérica (Haz click en el vínculo para ver los documentos) en donde se analiza la relación entre ingreso y satisfacción con la vida:
I. Los países con mayor ingreso reportan un mayor grado de satisfacción con la vida que los países de menor ingreso...
Con la puntualización de que existen estudios complementarios que indican de que el nivel de ingreso es sólo relevante hasta el punto en que las necesidades básicas han sido cubiertas, y posteriormente juegan otras variables...;
y que estudios realizados al interior de los países ricos no encuentran que el nivel de riqueza esté vinculado a la felicidad...
Sin embargo, paradójicamente...
II. Existe una correlación negativa entre el incremento en el ingreso y el incremento en la satisfacción con la vida;
En parte porque alcanzar el primero acarrea el costo de deteriorar otros aspectos asociados con la felicidad;
Y en buena medida, porque los hombres, perennes insatisfechos, automáticamente reajustamos nuestras expectativas y aspiraciones, convirtiendo en la línea base de nuestra desgracia lo que poco tiempo antes era el horizonte de nuestra alegría fantaseada…
Lo que por un lado soporta la idea de que es futil la loca carrera por acumular más y más cosas, más y más riqueza...
Y que por otro lado permite concluir, más allá de toda controversia, que el espacio de oportunidad por excelencia está en la franja de la pobreza extrema, donde cualquier avance en el incremento del ingreso, impactará en proporción directa la satisfacción vital...
A propósito vale también reflexionar la paradoja que entrañan los esfuerzos por resolver la pobreza que como un manto oscuro cae sobre la población mundial de una manera sostenible.
Ahí está por ejemplo el reciente caso de China, que sobre la ola del crecimiento económico que el país ha experimentado en los últimos años, ha conseguido sacar de la pobreza a millones de sus habitantes.
Y sin duda estaríamos todos muy contentos por esos millones de chinos que empiezan a experimentar el calor de la satisfacción con la vida, si no fuera porque la dinámica de su tremenda demanda en conjunción con la oferta menguada (en parte por la limitación de recursos y en parte por contingencias ambientales) encarecen todo (especialmente los alimentos) al punto en que los países menos desarrollados (como Latinoamérica) verán aparecer nuevamente grandes grupos de pobres infelices que no podrán pagar para cubrir sus necesidades básicas, y en consecuencia, sus posibilidades de felicidad mínima…
En una palabra, la cobija parece ser demasiado pequeña…
Esto es en parte lo que explica Annie Leonard en su documental The story of stuff (Haz click en el vínculo para ver el documental), en donde a mi juicio, explica de forma bastante didáctica las repercusiones que ella entiende que tiene el modelo lineal con el que opera la economía (extracción – producción – distribución – consumo – deshecho) en un mundo de recursos finitos.
Concediendo que el documental pueda sobre simplificar algún punto (sería imposible no hacerlo en 20 minutos de espacio) o que pueda tener algún sesgo o imprecisión, debo decir que en mí tuvo el efecto positivo de ensanchar el espectro de mi visión e impulsar mi deseo de compromenterme a ser parte de la solución y no parte del problema... Al menos, me invitó a pensar sobre el asunto...
III. Vigencia de un contradictorio Facundo Cabral
A propósito de estas reflexiones, la llegada al Rio de la Plata me hizo recordar a Facundo Cabral, un cantante de protesta argentino, que descubrí en aquella extraña etapa de la vida que es la adolescencia. Facundo, a cuyos monólogos y canciones debo en parte mi amor por Latinoamérica, y en consecuencia, la semilla emocional de donde nación la idea de este viaje...
Facundo era capaz de desplegar un agudo sarcasmo que frecuentemente enfocaba en el capitalismo rampante de Estados Unidos. Solía decir que Estados Unidos era un país “en que los negros se hacen boxeadores sólo para poder pegarle legalmente a los blancos”…
La frase que no carece del todo de verdad (sólo basta enterarse de lo que ocurre en los barrios pobres de Los Ángeles)… Sin embargo, es preciso también reconocer --para seguir con el aire de paradoja-- que antes de que se cumplieran treinta años de que Facundo utilizara esa ironía, un negro ocupa la presidencia de Estados Unidos. Y ese negro sustenta hasta el momento un discurso tan lleno de emoción y riesgo, que hace aparecer pequeñas las más rebeldes y soñadoras consignas del cantante Argentino…
Y por si faltara algo, las paradojas de Facundo no terminan ahí, pues habiendo alcanzado fortuna y fama espoleando al “país donde la gente compra lo que no necesita con dinero que no tiene”, incurrió en la atrocidad de grabar para Banco Confía en México el anuncio comercial de una de sus tarjetas de crédito, violando la pureza de su himno No soy de aquí, ni soy de allá, al son de “Y ser feliz es mi carnet de identidad (sustituyendo al término color)...”
Benditas contradiccionesk pues demuestran que el asunto es más complejo de lo que parece.
Como quiera que sea, encuentro que buena parte de lo que Facundo planteaba entonces es pertinente en estos tiempos de crisis.
Facundo contaba que a Diógenes, aquel filósofo griego, gustaba mucho de ir al mercado, pues cada vez que iba, se daba cuenta de cuántas cosas había en el mercado que él no necesitaba… Y seguía: “Es decir… que rico no es quien más tiene, sino quien menos necesita. Es decir que… mano ocupada, mano perdida. Es decir… que el conquistador, por cuidar su conquista, se convierte en esclavo de lo que conquistó…”
Y entonces cantaba una canción de cuna, que a mí me producía una extraña tranquilidad: Vuele Bajo. (Haz click para ver el video)
No crezca mi niño, / no crezca jamás / los grandes al mundo / le hacen mucho mal. El hombre ambiciona / cada día más / y pierde el camino / por querer volar.
Vuele bajo, / porque abajo / está la verdad. Esto es algo / que los hombres / no aprenden jamás.
Por correr el hombre / no puede pensar / que ni el mismo sabe / para donde va. Siga siendo niño / y en paz dormirá / sin guerras / ni máquinas de calcular.
Vuele bajo, / porque abajo / está la verdad. Esto es algo / que los hombres / no aprenden jamás.
Dios quiera que el hombre / pudiera volver / a ser niño un día / para comprender… que está equivocado / si piensa encontrar / con una chequera / la felicidad.
Vuele bajo, / porque abajo / está la verdad. Esto es algo / que los hombres / no aprenden jamás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Aclaración:
El comercial de "no soy de aquí, no soy de allá... y ser feliz es mi carnet de identidad" no fue realizado por Facundo Cabral, sino por su compañero en Lo Cortez no quita lo Cabral, Alberto Cortez.
nomás, nomás.
Mi querido Pablito:
En mi memoria nebulosa ambos cantantes cometieron un pecado semejante.
Lo de Cortés está fuera de toda duda...
Ahora, lo de Facundo, casi podría apostar un cabrito norteño con cervezas.
Sólo para consignar una evidencia, te pongo aquí la referencia en Interet de alguien que consigna el hecho...
http://www.ignaciovillarreal.com/ix/index.asp?id=256
Saludos,
Arturo
I need more evidence than Mr. Villarreal´s unstable memories...
And, I´ll rather have my beer with some nice portobello sandwich.
Watcha say?
Abrazos!
Publicar un comentario