Un país. Colombia. 1948. Varios actores. Los más preeminentes responden a los reflejos de liberales y conservadores. Discuten sobre cómo resolver los problemas del país. Sus discusiones responden de inicio a un deseo genuino de mejorar, de transformar. Pero pronto su vocación se nubla por el deseo de poder. La clase política pelea. Se polariza. Se matan entre sí. El estado se debilita. Los pobres se hacen más pobres. Los ricos se hacen más ricos. El país se rezaga. El pueblo se desespera. No hay mecanismos de escalada, de renovación social. La pobreza asfixia. La violencia crece. Se consigue el pan al precio que sea. Algún idealista articula la idea de que la lucha armada es la única puerta de salida. Encuentra eco. Los primeros golpes. Los primeros atentados. La guerrilla es en efecto la voz de los pobres. Pero no hay ningún futuro en pequeños petardos y agitaciones. La revolución precisa actos más grandes, más radicales. La tierra ha de regresar al pueblo. Los ricos han de pagar. La guerrilla ataca. Roba. Agrede. Secuestra. Los pobres encuentran inicialmente en la guerrilla la atención que nunca recibieron del gobierno. Hay más orden bajo su gobierno. Los ricos pierden sus tierras. Los ricos se asustan. Piden a la fuerza pública que actúe. La fuerza pública es ineficiente. El estado es débil. Los ricos deciden protegerse. Conservar sus propiedades. Salvaguardar sus familias. Se defienden de quien los ataca. Contratan a sus propios policías. Crean su propio ejército de paramilitares. Disparan cuando es necesario. Pronto se dan cuenta de que el país, su futuro, requiere actos más grandes, más radicales. No hay progreso sin el respeto a la propiedad. No hay trabajo sin capital. La guerrilla ha de ser detenida. Los paras atacan. Roban. Agreden. Secuestran. El pueblo se encuentra entre dos fuegos. Los guerrilleros los acusan de aliarse con los paras. Los paras los acusan de aliarse con los guerrilleros. La muerte los asecha por ambos lados. Huyen. Dejan de producir. Se desplazan a la ciudad para salvarse. En la ciudad no hay trabajo. Entre más gente, menos medios. Se insertan en la economía informal. El estado debe tolerar la economía informal. Los ricos, temerosos, dejan de invertir. Sacan su dinero del país. La industria se paraliza. El gobierno recauda menos impuestos. Hay menos posibilidades para echar a andar programas que resuelvan la problemática inicial del país. Hay desempleo. El estado pierde credibilidad. Todo mundo necesita dinero. El negocio más rentable de todos, el narcotráfico, encuentra una oportunidad. El narcotráfico genera dinero. La guerrilla necesita dinero para financiarse. La guerrilla se colude con el narcotráfico. Se olvidan las consignas y las premisas. Los panfletos y los ideales. Los campesinos siembran coca en vez de sembrar papa. Ganan lo mismo y conservan la vida. El narcotráfico necesita lavar ganancias. Los políticos lavan dinero en lugar de crear condiciones para que se desarrolle el país. Ganan más y conservan la vida. El narcotráfico necesita agentes y pistoleros. Compran a los jóvenes de los barrios urbanos, desempleados desesperados. Los jóvenes mueven el negocio y hacen el trabajo sucio. Por ganar más qué importa perder la vida. Para impulsar el negocio atacan. Roban. Agreden. Secuestran. La clase media, la que está llamada a construir la historia de un país, se desinfla en medio de la descepción. Sus jóvenes dejan de ver en la patria una salida. Los más inteligentes y con medios piensan irse a otro lado. Estudiar en otro lado. El país se encuentra incendiado. Asediado por el miedo y por la muerte.
Muerta la tierra. Muerta la inversión. Muerta la cultura. Muerta la gente. Muerta la confianza. Muerta la camaradería. Muerto el futuro.
Un país. México. 2008…
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1 comentario:
y poco a poco se ha construido ciudadanía... ahí merito, en Colombia.
o al menos eso cuentan.
y hay historias, cientos de ellas que lo prueban. Es afortunado, aunque no fortuito. Ha costado mucho tiempo y mucho remar, remar, remar.
Colombia se va desparasitando de lo que ella misma fue construyendo, y es por medio de la creación de cultura ciudadana como se ha logrado.
Ahí, justo, en ese mar de incertidumbre navegamos por acá, donde la ciudadanía fue una consigna sesentera y se fue ganando y se fue perdiendo y se fue olvidando.
Hoy, he ahí el reto...
así que habrá que aprender, y volver a construir.
Abrazos, dondequiera que estén.
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