domingo, 10 de mayo de 2009

Palabras Curzadas

Hay un gran debate sobre cuál es el legado que dos de las figuras capitales de la historia contemporánea de Chile han tenido para con el país.

Conforme pasa el tiempo, pareciera que existe un concenso creciente sobre el fracaso del modelo económico de Allende para sacar adelante al país. No son pocos los que, a la distancia, agradecen a Pinochet el haber encarrilado a Chile hacia la prosperidad de la que hoy goza.

Y puede ser...

Lo que a mí me ha dejando perplejo ahora es el testimonio que constituyen las palabras que ambos pronunciaron la mañana del 11 de septiembre de 1973.

Conocía ya de hace tiempo el discurso de Allende --pasado también por la canción que Pablo Milanés compuso compuso a partir de sus palabras "Yo pisaré las calles nuevamente".

Pero apenas ahora hace unos días, frente al Palacio de la Moneda, José Luis Mellado, nuestro amigo cuentero, nos refirió a la transcripción que existe de las palabras que Pinochet pronunció ese mismo día, casi a la misma hora...

Palabras lanzadas al espacio aéreo que se cruzan en el cielo de aquella mañana en que se signó el destino de Chile.

Desde luego, buena parte la perplejidad se la debo a la noción, acaso idealista e ingenua, de que el hombre es su palabra.

Salvador Allende

Transcripción del discurso que Salvador Allende pronunció por Radio Magallanes a las 9:10 de la mañana del 11 de septiembre, cuando el Palacio de La Moneda está sitiado por el ejército que ha dado un golpe de estado. (Fuente: http://www.ciudadseva.com/)

"Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición."

Adolfo Pinochet


Transcripción de la conversación que en la mañana del 11 de septiembre de 1973 tuvieron Adolfo Pinochet, comandante en Jefe del Ejército Chileno y Patricio Carbajal, Jefe del Estado Mayor Presidencial. (Fuente: https://segue.middlebury.edu/view/html/site/span0105a-s09/node/1926745)

La mañana del día 11, el bombardeo de La Moneda conoció algún retraso, lo que puso especialmente nervioso a Pinochet.

"Yo tengo la impresión de que el señor SE [Allende] se arrancó en las tanquetas. Las tanquetas hay que ubicarlas...", sugirió Pinochet.

"No, pero en las tanquetas, no, no huyó", corrigió Patricio Carvajal.

"Conforme, conforme. Entonces hay que impedir la salida. Y si sale, hay que estar listo para actuar sobre él. Más vale matar la perra y se acaba la leva, viejo", bramó Pinochet. "Otra cosa, Patricio. A las once de la mañana hay que atacar La Moneda, porque este gallo no se va a entregar".

"Se está atacando ya... Se está rodeando y atacando con bastante ímpetu", indicó Carvajal.

"Conforme. Enseguida sale el avión, viejo, y se despacha al tiro [inmediatamente]", dijo Pinochet.


"Negó la posibilidad del avión", desestimó Carvajal.

"¿La negó?", preguntó Pinochet, sorprendido.

"Pidió al edecán militar que los comandantes en jefe concurrieran a La Moneda", explicó Carvajal.

"¡Rendición incondicional!", se desgañitó Pinochet. "¡Rendición incondicional!", volvió a gritar fuera de sí.

"Bien. Rendición incondicional y se le toma preso, ofreciéndole nada más que respetarle la vida, digamos", sugirió Carvajal.

"Se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país... Pero el avión se cae, viejo, cuando vaya volando...", precisó Pinochet.

"Conforme... [risas al escuchar la sugerencia]... Conforme", celebró Carvajal.

Un poco después, Carvajal volvió a consultar con Pinochet.

"La idea sería tomarlos presos, no más por el momento; después se verá si se les da avión u otra cosa, pero... por el momento, la idea es tomarlos presos", señaló Carvajal.

"Pero es que si los juzgamos, les damos tiempo. Y se les pueden levantar las pobladas para salvarlos... Creo que lo mejor... Consúltalo con Leigh... La opinión es que estos caballeros se toman y se... mandan dejar a cualquier parte. Por último, en el camino, los van tirando abajo", reiteró, temerario, Pinochet.

*Grafitti s en Valparaíso

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