sábado, 8 de noviembre de 2008

Contra Uribe

En toda Latinoamérica, acaso el colombiano Álvaro Uribe sea el que cuenta con un mayor respaldo popular. Las encuestas señalan que su gestión es aceptada por 80% de la población, algo que a siete años de que inició su periodo resulta extraordinario.


Entre el 20% de la población que no apoya su mandato, sin embargo, hay voces que con intensidad incremental le plantean objeciones.



Pinta en el Centro de Medellín

A Uribe se le reprocha que la mayor parte de sus consecuciones al frente del gobierno hayan sido logradas a punta de fusil. Y de este dato esencial, se cuelgan la mayor parte de las suspicacias que pesan sobre él.




Raúl España y un pequeño cuento en donde refleja el rechazo a la postura belicista de Uribe...

Se le acusa, pues, que su gobierno sea esencialmente un gobierno de guerra. Guerra, pues Uribe no sabe hacer otra cosa. Guerra, pues un afán personal lo ciega. Guerra, pues lo mueve el deseo de vengar la muerte de su padre, que varios años ha, murió en un atentado de la guerrilla.


Guerra en contra del narcotráfico, guerra en contra de la guerrilla, sí. Pero guerra, finalmente, en contra del pueblo, pues, como se sabe, todo ejército tarde o temprano deja de distinguir enemigos de amigos, y termina por atacar también a la población civil.



Pinta en la cafetería de la Universidad de Pereyra


Colombia – escuchamos entre los que discrepan con su gestión— es uno de los países que encabezan la lista con mayor número de desplazados por la guerra. Estos números, nos dicen, están bien documentados y presentes en los informes de las agencias especializadas, de la ONU, de diversas ONG´s.


Sin embargo, según nos cuentan, no se habla abiertamente de esas estadísticas oficiales. No sólo el gobierno se empeña en ignorarlas y pasar por alto sus implicaciones, sino que existe una estrategia de activo ocultamiento mediático, en el que se pone un velo sobre los datos que puedan comprometerlo, al tiempo que distrae a la gente hacia el escándalo en turno.


Se afirma además que quien encabeza esta estrategia mediática es Uribe. Encantador de serpientes, estratega de los medios, hábil comunicólogo, aparece constantemente en los medios, pues él personalmente, es quien provee la interpretación pertinente sobre lo que ocurre en el país…


Y –afirman sus detractores— cuando pareciera que las cosas se han volteado definitivamente en su contra, siempre aparece, como por arte de magia, alguna noticia estridente que consigue sepultar las escandalosas evidencias de que su gobierno ha sido inepto o corrupto en el abismo mediático que habita el desmemoriado auditorio colombiano.


Justo se dice que este ha sido el manejo frente al escándalo que ha vinculado al gobierno de Uribe –miembros de su gabinete, aliados de su partido, miembros de su familia inclusive— con los grupos paramilitares, al punto en que varios de ellos han sido acusados y consignados. Justo en el tiempo en que esta mancha estaba a punto de tocar a Uribe, surgió el más grande golpe mediático de los últimos tiempos: la liberación de Ingrid Betancourt y otros presos que estaban en manos de la guerrilla...


Guerra que, para sus opositores, tiene un precio demasiado alto, pues para hacerla ha sido preciso aliarse con Estados Unidos, quien a cambio del soporte que brinda en inteligencia, acceso a tecnología militar y financiamiento, pone un pie en decisiones que deberían ser soberanas.



Pinta en la explanada de La Universidad Nacional en Bogotá

Y si lo que es visto como subordinación, alienación y dependencia a Estados Unidos es un error de magnitudes exorbitantes para quienes aspiran a una cierta idea de dignidad nacionalista, hacerse amigo de George W. Bush, raya en lo pecaminoso.


Pero más allá de la excentricidad de ser amigo del hombre más odiado del mundo, para quienes sostienen estas críticas consideran que a Colombia le espera un destino semejante al de otros socios del gigante norteamericano. Detrás de la intervención militar hay siempre una intención comercial: conquistar los mercados e imponer la economía de consumo como forma de vida, con sus imparables mecanismos de generación de necesidades inexistentes, explotación de recursos naturales, y destrucción de productores artesanales, en una competencia desventajosa a la que sólo pocos de los productores locales podrían sobrevivir.


Los Tratados de Libre Comercio como el que Uribe se ha empeñado en suscribir con los Estados Unidos, sostienen sus detractores, no sólo tendrá impactos en lo económico, sino que también, al abrir las puertas a la glamorosa globalización, constituye de facto una licencia para matar las ideas, las costumbres, las creencias en las que radica la identidad nacional de Colombia.


Abrir los mercados, apuntalar la inercia privatizadora, significa desde la óptica de sus opositores, renunciar a la vocación tutelar del Estado, único ente capaz de regular efectivamente las relaciones entre particulares, y contener su imparable deseo de acumulación, su inagotable rapacidad.

Esa lógica privatizadora es la que explica, según sus detractores, el que los organismos de Educación y Salud Pública vayan en franca picada: pues, por un lado se les asignan pobres partidas presupuestales, insuficientes para apuntalar dignamente su desempeño (la mayor parte del dinero está concentrado en el ejército y la guerra); y por otro, se apuesta por su lento deterioro para justificar, posteriormente, la venta al mejor postor del sector privado.


Así, varios de nuestros interlocutores a lo largo de viaje, afirmaron que pronto, en menos de cinco años, una buena parte de las Universidades Públicas pasarán a manos privadas; y que cada vez más, en ausencia de hospitales públicos, miles personas mueren en las salas de espera de los hospitales privados, que no los atienden, a menos que comprueben –tarjeta de crédito de por medio— que son capaces de pagar….


Canción Urgencia del Grupo A Dos Manos, donde retratan una perspectiva sobre la realidad de la salud pública en Colombia...

Finalmente las suspicacias de este grupo minoritario adverso al presidente terminan con la sospecha, cada vez más fundada considerando la intensidad que el tema ha adquirido en la agenda mediática en los últimos meses, del deseo de Alvaro Uribe de perpetuarse en el poder a través de una segunda reelección. Pues no contento con haber conseguido la modificación constitucional para acceder a su primera reelección, Uribe permite ahora que la nación entera especule sobre su reelección en el periodo del 2010 y el 2014.


Lo que según sus opositores resulta perverso, pues con 80% de la aceptación popular que ha conseguido gracias al culto sistemático a su imagen de salvador de la patria, y cuando no existe en el panorama político nadie capaz de rivalizar con este superman de la política.


Quien alienta estas especulaciones tiene en verdad alma de demagogo y dictador...

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