martes, 26 de mayo de 2009

El señor de la fotografía...


1.

El señor de la fotografía cumple con la primera condición de un cuentero, que es tener buena memoria.

Guarda recuerdos de una edad tan temprana que su madre piensa que se los inventó, o los reconstruyó de una imágen. Recuerda con precisión, por ejemplo, que había un camión de bomberos a estacionado frente a casa de su abuelo el día que sus padres lo dejaron ahí y salieron corriendo a exiliarse al sur de Chile, perseguidos por la dictadura. Tenía dos años apenas entonces.

Guarda el recuerdo del clarinete de su abuelo, que lo salvó de la nostalgia de no estar con sus padres. Guarda el recuerdo de las flores que iban y venían por casa de su abuela, en donde se alternaban las rosas y los juncos.

2.

El señor de la fotografía cumple con la segunda condición de un buen cuentero, que es ser un poco excéntrico.

Usa una vieja chaqueta de cuero que pudo haber pertenecido a algún miembro de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial ,y uno que otro día cubre su cabeza con una gorra que recuerda a Ernesto Guevara.

El señor de la fotografía espanta el pánico que lo ataca antes de iniciar una función haciendo movimientos que sugieren un pasado como practicante de capoeira y segunda voz en el coro del domingo en la parroquia de San Diego de Alcalá, en Conchalí.

Está habituado a los baños de realismo mágico, como cuando vivió al pie del zoológico de Santiago. Despertaba todos los días con los mugidos de la elefanta Fresia y rodeado por un tufo de bosta de león que metía por la ventana un vientecillo alicio que venía flotando desde la región intertropical de Sudamérica.

3.

El señor de la fotografía cumple con la tercera condición de un buen cuentero, que es estar un poco inadaptado.

Se queja cuando le sirven por tercer día consecutivo el mismo menú. Se queja por partida doble si el menú es bandeja paisa. Pone cara de pocos amigos cuando tiene ganas de dormir y alguien lo inportuna.

El señor de la fotografía es lo que se llama también un revolucionario, un idealista, un loco. Es de esos de los que se dice que tienen amor al arte. Es de esos que provocan síncopes a los padres que piensan que su hijo ha elegido por profesión una actividad de esas que auguran hambres a quienes la practican.

El señor de la fotografía cree tanto en contar cuentos que le enseña a otros a hacerlo. Los alumnos a los que formó hace ya años cuentan que antes de subir al escenario siguen escuchando la voz del señor de la fotografía. Esos alumnos no sospechar que al decir así, incurren en un paralelismo con algo que dijo un psicoanalista francés de nombre Lacán: "una buena interpretación es aquella que el paciente puede soñar de la boca de su analista."

El señor de la fotografía se rebela contra los que pretenden vestir el gremio de la narración oral de ortodoxia: los que piensan que sólo es cuenta cuentos quien lo hace vestido de negro, en pasado y tercera persona. Se rebela contra los que monopolizan la verdad en el gremio. Se rebela contra los que subsisten poniendo más énfasis en la relaciones con los productores que en la calidad sobre el escenario. Se rebela contra los que por arte de magia desaparecen cínicamente la plata que se ganaron otros con su oficio de palabras.

4.

El señor de la fotografía conoce infinidad pequeñas anécdotas interesantes que se apartan del lugar común, sobre cualquier objeto que uno le señale en el paisaje de su pueblo.

Sabe, por ejemplo, que los mapuches que nunca fueron conquistados por los españoles son testarudos y hablantines. Que se comían el corazón de sus enemigos más bravos creyendo que así se alimentaban de su valentía.

Sabe que en la época de la conquista, para atraer más fieles a sus servicios, los frailes de la orden de las mercedes colocaron en la catedral un enorme órgano de viento, gran atractivo de la época.

Sabe que viendo menguar los fieles de su rebaño que escapaban al corral de los vecinos de las mercedes, los frailes franciscanos de la época, tuvieron la brillante idea de malograrle a sus contrincantes espirituales el espacio. En un acto impío del que después se confesaron, inundaron aquella iglesia tan concurrida de ratones y mierda.

Sabe que Pablo Neruda era narcisista, oportunista e ingrato. Que era un socialista sui géneris que no veía contradicción entre su marxismo y su cosismo. Que sus casas están llenas de objetos de dudosa procedencia que viajaron medio de contrabando en su valija diplomática. Que en su época, Pablo Rokha, otro poeta chileno, le hizo la guerrilla literaria a Neruda cuando le parafraseó su poema (Amo el amor de los marineros que besan y se van) y le hizo ver que Neruda era más bien de los maricones que besan y se van.

Sabe que Salvador Allende era médico de profesión. Sabe que justamente su médico de cabecera fue el único que presenció su suicidio y guardó el secreto durante años, pues a nadie se le ocurrió preguntarle cómo había muerto el presidente. Sabe el soldado traidor que lo encontró muerto no se apartó de la curiosa manía militar de señalar que se había volado la tapa de los sesos con la AK47 que meses antes le había regalado Fidel Castro. Sabe que hay algo de justicia poética en el hecho de que Michelle Bachelet sea ahora la primera presidenta de izquierdas después de Allende, pues ella también es médico de profesión.

Sabe que en la época de la dictadura, los rebeldes se juntaban en un teatro del centro de la ciudad a ver comedia y sátira ligera. Que en los intermedios intercambiaban pequeños papelitos con consignas y panfletos contra Pinochet. Sabe que la resistencia se identificaba con el Pez Ictus, que era también el signo de los primeros cristianos perseguidos.

5.

Pero sobre todo, el señor de la fotografía es un cuentero.

De esos que consiguen convencerlo a uno de que la realidad es ficción y que la ficción es realidad. De esos que hacen que uno abra los ojos para escuchar mejor.

El señor de la fotografía es capaz de convencerlo que había un hombre común y corriente, como usted y como yo, que después de beberse unas cervezas en el bar de la esquina de la ciudad, salió volando una noche.

El señor de la fotografía es capaz de convocar a sus tripas toda la nostalgia que existe en el mundo y hacerlo enternecerse hasta las lágrimas por un caballo maltrecho y viejo. Cuando le cuenta que no pudo evitar adoptarlo y llevarlo a su departamento cuando el cuaco le lanzó una mirada de lástima en plena calle. Cuando le cuenta que por aquel maldito cuadrúpedo, se peleó con su mujer hasta el punto en que ella lo abandonó. Cuando le cuenta, mientras se bebe todo el whisky del bar que el caballo está dando sus últimos resoplidos de vida en la calle, a punto de morir, sin poder dar un paso más. Cuando le tiembla la barba evocando el desamparo de la última mirada moribunda de la bestia.

El señor de la fotografía, cuando cuenta cuentos, es capaz de hacerlo recordar a la novia aquella de juventud, esa que usted amó más que a ninguna otra, y que se desvaneció de su vida sin mayor explicación. Es capaz de hacerlo recordar esa sensación de ser un perro sin dueño. Es capaz de hacerlo recordar la rabia que sintió por todo lo que tuvo que borrar de su vida para sobrevivir. Es capaz de hacerle recordar lo que se siente asomarse a todos los rostros para ver si es que entre esa multitud, algún día, ella vuelve a aparecerse...

6.

El señor de la fotografía es un cuentero que vive en Chile.

Se llama José Luis Mellado.

Y desde hace unos meses, cuando la sincronía del viaje nos deparó un encuentro, lo llamo amigo.

3 comentarios:

Papillon dijo...

Que buen observador, que sutil descripción, que bien escrito, que hermosa forma de ver a este ser humano... estuviste atento a todo!!! tal vez es porque amo a este ser que me emocioné hasta las lágrimas. Fue un gusto conocerlos y compartir la amistad con ustedes. Que espectacular experiencia la vuestra. Marcela.

Luis Roman dijo...

yo también tengo la suerte de poder decirle compadre y más aún.. familia.. que gran tipo!!

Carmen Vallejo dijo...

Excelente! coincido totalmente!