lunes, 1 de junio de 2009

El regreso a la vuelta de la esquina

Hace unas semanas, con el regreso a la vista, pero todavía en plena recta final del viaje, me escribió Miguel Canduela, un buen amigo, animándome a mantener abiertos los ojos, a sostener todavía dispuesto el espíritu viajero, aunque el cuerpo dolorido y achacoso empezara a dar cuenta del año de viaje.

Decía Canduela entonces: “aunque lleguen a estar cansados de la “misma contra-rutina viajera” aprovechen al máximo las últimas semanas, ya que cuando estén acá seguramente extrañarán ese estilo de vida bohemio, aventurero, libre y artístico; es una de las paradojas de nuestra especie, que vivimos desde nuestra falta y deseamos - por definición – lo que no tenemos. Si vemos esto con un enfoque romántico esta falta también es la que nos mueve y nos da vida.”

Ahora, estamos a cuatro días de tomar el vuelo que nos pondrá de regreso en México.

Empezamos a sentir la ambivalencia que experimenta todo aquel que ha pasado mucho tiempo lejos de casa. Nos ataca una manía alegre que quiere exprimir los últimos momentos al tiempo que experimentamos una nostalgia plagada de los rostros y las experiencias que nos han acompañado los últimos doce meses. Nos urge que el tiempo corra rápido para estar nuevamente en casa, pero al mismo tiempo sentimos un nervio extraño de volver a estar entre los nuestros, especialmente cuando aún la vida viene está cubierto por un velo de incertidumbre. Queremos que no se vaya del todo lo que hemos vivido en este tránsito nómada por Latinoamérica, y al mismo tiempo estamos ansiosos de pasar a la siguiente etapa que tendrá seguramente un signo más sedentario.

Para poner en perspectiva todo esto que ocurre hemos tomado dos decisiones con respecto al plazo inmediato anterior a nuestro regreso y al corto plazo inmediato a la vuelta:

La primera es regresar a Montevideo para pasar los últimos días del viaje. Montevideo porque fue la ciudad que más nos cautivó. Montevideo porque es un sitio propicio a la nostalgia. Montevideo porque acá la tranquilidad de los cafés ayuda a poner las cosas en perspectiva. Y Montevideo, finalmente, porque desde acá el boleto de regreso a México costaba cuatrocientos dólares menos que desde Buenos Aires.

Montevideo será un buen sitio para prepararse para ese momento explosivo que será volverse a encontrar con la familia, que a través de nuestras mamás materializarán su alegría en un abrazo-interminable-llave-china apenas aparezcamos en el umbral de la puerta de llegadas del Aeropuerto, según han amenazado en sus más recientes comunicados.

Y de ahí, la siguiente decisión –que de alguna manera estaba ya ahí desde el principio del viaje— que consiste en que haremos un periodo de descompresión.

Pues si como bien lo sugirieron Santiago Gallo y Cecilia Salmerón al principio del viaje, haciendo un juego de paráfrasis con Macedonio – “El viaje es un ejercicio de la ausencia”— sería complejo y desgastante exponernos a las inercias de la ciudad, con los efectos y afectos de los que aquí se quedaron, haciéndonos presentes de forma súbita y desbocada.

Más bien hemos optado por una gradual reaparición en el espacio que dejamos atrás con nuestra partida. Por crear un periodo de traslape, que todavía nos permita mantener la inercia de los Viajes del Corazón, al tiempo que vamos encontrándonos gradualmente con los que aquí se quedaron y lo que dejamos de nosotros mismos acá.

Ese espacio y tiempo de descompresión está pensado para que el movimiento interior ocurra sin distracciones. Para empezar el trabajo de elaboración y recuerdo. Para hacer duelo. Para asimilar parte de lo que hemos vivido. Para terminar de escribir. Para dejar que todo esto que hemos acumulado tome forma –de libro, de audiovisual, de relato oral. Y también para terminar de pensar y decidir qué es lo que sigue en la vida. Para asegurar que el siguiente paso en nuestras vidas está puesto en la dirección correcta.

Y también, ese sitio de descompresión está pensado para darle cadencia y ritmo al reencuentro con la familia y los amigos. Para que a lo largo de esos tres meses los invitemos a nuestra guarida, y podamos, en la tranquilidad de un sábado o un domingo – asado, vino y café de por medio— encontremos un ritmo preciso para ir soltando poco a poco y sin prisas, los relatos de este periodo inefable.

Algo que me resulta interesante de consignar ahora que volvemos es que también empezamos a recoger reacciones de los amigos. El interés consiste en parte, en una especie de necesidad de cierre narrativo, pues ya al principio del viaje consigné también la perplejidad confrontativa con que algunos de nuestros amigos recibieron la noticia de nuestra partida en dos textos: Reacciones frente al anuncio del viaje I y Reacciones frente al anuncio del viaje II.

Por el momento el que va a la cabeza de las reacciones es justamente Santiago Gallo, quien en aras de cumplir la consigna del ejercicio de la ausencia, se disculpó de seguirnos a través del blog. Pero ahora, impaciente por escuchar los relatos ya decantados, y compartir las historias de lo que también ha vivido él en este año de distancia, se ha voluntariado de forma asombrosa para encontrarnos una pequeña guarida cerca de la Ciudad de México.

También, entre los mensajes que hemos recibido recientemente ha dos interesantes lecturas de nuestra idea de descompresión. Las lecturas están preñadas por una cierta solidaridad empática, y unas ganas de que consigamos en efecto ir hacia adelante con nuestros proyectos.

Cierro el texto con su recuento:

La primera es la lectura de Victoria Rodríguez, amiga cuentera, que eligió una metáfora acuática:

“(En su aventura alrededor de Latinoamérica) me gusta pensarlos como el río que fluye...como el agua en sus transformaciones, que fue manantial, luego río, luego laguna, luego río subterráneo, finalmente mar (como para llegar al fin del mundo!!!) y ahora el agua se evapora y forma nubes como para regarnos a sus amigos y cómplices con lluvia fresca...y mezclar sus aguas con las nuestras....

(…) vienen llenos, Jennifer y Arturo, desbordantes de vivencias y entusiasmos, pero también cansados....hay que reponerse, hay que hacer un paréntesis.....volviendo a la metáfora del agua, en épocas de lluvias los ríos vienen turbios de tantas cosas que recogen por su camino.....el agua turbia hay que ponerla en un recipiente de cristal y dejar que se asiente....al fondo irá lo más pesado, quizá algunas cosas medio inútiles, luego estará el lodo y en la parte superior lo más preciado, queda el agua cristalina....pero sólo cuando el agua se asienta se pueden ver esas capas....dejarla reposar.”


La otra es la lectura del propio Miguel Canduela, amigo psicólogo y consultor, que eligió una metáfora de inmersión:

“El periodo de descompresión es muy importante parta permitir que el cuerpo (y en este caso el alma) readapte sus funciones a las “condiciones normales”, incluso las mejores prácticas recomiendan como parte de este periodo una parada de seguridad, a los buzos industriales que trabajan a mucha profundidad (100 metros) los tienen literalmente encerrados varios días en condiciones de readaptación. Haciendo un símil tienen que cuidar dos aspectos:

La gradual descompresión de la vida bohemia, aventurera, libre y artística; la cual de no llevarse a cabo podría propiciar hasta la “muerte del sujeto” por la explosión de los pulmones, los cuales concentraban una gran cantidad de oxígeno sometido a una presión mucho mayor que la presión atmosférica normal de un mexicano, de clase media-alta, ejecutivo, con ambiciones humanísticas y artísticas, y si este oxígeno de vida se descomprime de golpe seguramente generará fuertes lesiones internas…

Otro aspecto a cuidar es el nitrógeno residual proveniente de la contra-rutina viajera, y como ustedes saben mientras más larga sea la inmersión más tiempo tardas en eliminar el nitrógeno residual, y como ustedes también ya saben, de no eliminarse puede generar problemas graves a nivel de la médula espinal…”

4 comentarios:

The Vits dijo...

Buen viaje de regreso!

Jen, te mande un correo a tu hotmail y facebook. Hechale un ojo por si les interesa o quieres mas informacion.

besos desde nuestro nuevo hogar,
Bryony

Anónimo dijo...

los espero con cariño y paciencia
un abrazo
JimenaS.

Anónimo dijo...

Muy buenas metáforas...
Ahora ya están en la etapa de descompresión... ;)
Un abrazo muy fuerte desde Xalapa.
Margarita .

Anónimo dijo...

Aaaa...y se me olvidaba : Gracias por compartir, sus experiencias y pensamientos, disfruté mucho leyéndolos...!!!
Besos : Margarita :)